La perversión en la obra de Lacan
En los posts anteriores había introducido la cuestión de la perversión, haciendo un somerísimo recorrido en las obras de Sigmund Freud y Jacques Lacan.
Respecto de este último, en su escrito «Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano», Lacan dice que el perverso imagina ser el Otro para asegurar su goce. Allí, seducido cuando era pequeño por una Tía, A. Gide elige el objeto que fue una vez, pequeño, en los brazos del otro, imaginándose ser el Otro…
Si vamos al escrito lacaniano «Kant con Sade» tenemos el texto que profundiza la concepción lacaniana respecto de la perversión, subrayando que el perverso se identifica a ser el instrumento del goce del Otro. De esta manera, el perverso funda su goce fuera de la ley. Impone como su voluntad de goce, esto es, con valor de ley, aquello que para su voluntad sería su máxima.
Así, el deseo que es el soporte de la rajadura, de la división del sujeto, deviene en el perverso como una pura voluntad de goce. Esta voluntad de goce explica ni más ni menos lo que es el sujeto reconstituido de la enajenación, pagando el precio de ser el instrumento del goce del Otro. El agente de las torturas como instrumento del goce que se intenta revelar.
Para los analistas, que el yo se haga fuerte en una sumisión a la norma absoluta, tiene efectos clínicos, ya que no por casualidad la que conocemos como «psicología del yo» puso todo su interés en esas personalidades llamadas «narcisistas». El yo se trata de corregir siempre bajo alguna norma…
Tenemos en principio lo héroes sadianos, los victimarios que buscan que sus víctimas se nieguen al ultraje, para que éste sea eficaz…El goce, separado del placer, es de esta manera fuente de angustia: de allí, la búsqueda del hoc ed ella víctima, en el ejemplo sadiano de Justine.
Si nos vamos al Seminario 10 de Lacan, «La Angustia», tenemos que el perverso no goza, sino que es un trabajador del goce de Dios. La angustia del otro no es más que el medio de lo que va del deseo al goce.
En su Seminario XI,»Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis», Lacan plantea que la pulsión no es la perversión, sino que de lo que se trata en el perverso es dominar a la pulsión, haciéndose él mismo instrumento.
Siguiendo con este recorrido en Lacan, saltamos al Seminario XIV «La lógica del fantasma», seminario en el que Lacan define al fantasma como un aparato de conducción para evitar un goce, y escribe al matema de la perversión como un S(A). Su forma de escape del goce del Otro, es haciéndose su látigo.
Por lo que vemos, el concepto de instrumento reaparece también en su Seminario 23, «El sinthome», con la idea del redentor, que Lacan escribe como «pere-versión», la versión que viene del padre totémico. Así, el perverso posibilita la recreación del goce místico, completando al Otro, convirtiéndose de esta manera, en «a» otro del Otro. Entonces, se inviste de una misión divina, como defensor de la fe, siendo el auxiliar de Dios.
Seguiremos con este recorrido en el próximo post.
FUENTE: ZANGHELLINI, J. «VICISITUDES DEL OBJETO» ED. DE LA CAMPANA