Clínica del objeto: la bulimia
En psicoanálisis hay una clínica frecuente con la que nos enfrentamos, que la hemos llamado «clínica del objeto». Estas patologías del acto -también se las llama así- nos llevan a temas como la bulimia y la anorexia.
Cuando hablamos de la «acción bulímica», nos estamos refiriendo a que hay ahí un goce que no puede tramitarse psíquicamente; podemos decir que el sujeto se pierde en ese acto, primero se pierde tras la boca voraz, que arrasa, y luego se pierde en el vómito. Un vómito cuya dirección es la de desprenderse de ese exceso de goce. Y es esto lo que pone en cuestión que el tema de la bulimia tenga que ver con la comida. Es decir, no se trata de la comida, se trata del vómito…
Luego, si al final de este proceso aparece la culpa, la secuencia es circular, sin que opere el fantasma. De este modo, la satisfacción de la pulsión es directa, no está regulada por el fantasma. Podemos decir que al sujeto bulímico el brillo de la frutilla del postre no le interesa…no es eso. Si vamos a los «atracones nocturnos», es esta una acción donde no se trata de gustos ni de variedades, ¡vamos! que se come en un tiempo de incorporación-destrucción sin tener la capacidad de engendrar un resto que pueda constituirse como pasado.
La bulimia no es más que una respuesta posible a esta acción del tiempo circular, que va en dirección opuesta a la temporalidad de la cura analítica.
Silvie Le Poulichet define este acto como una tentativa de respuesta autoerótica a la mirada del Otro caníbal. Así, en cada «crisis bulímica» el sujeto absorbe para no ser absorbió en su totalidad, en un festín del que es justamente su objeto.
Entonces, ante esta problemática tenemos la respuesta que dan las terapias conductistas, por ejemplo. Están esos centros donde se trata a las bulímias con cierta «dureza», acompañándolas al baño por ejemplo, para observarlas, o para controlar. Esto es, desde estas terapias, que si el acto bulímico implica encerrarse en el baño para arrancarse eso que les sobra, el terapeuta conductista estará ahí, junto al sujeto, con su mirada omnipresente, haciendo transparentes las paredes de ese baño… Terapias que suponen una reducción violenta de las crisis bulímicas a través de domesticarles la conducta.
Del lado del psicoanálisis, están estos analistas que intervienen pura y exclusivamente vía el sentido, vía el significante. Tampoco parecen funcionar estas intervenciones si no se acompañan del acto del analista. Un acto del analista que en principio aloje ese objeto.
La clínica del objeto supone entonces un dispositivo que debe ser inventado cada vez, con cada paciente, ya que no hay reglas para todos…un trabajo de reescritura de su historia. Intervenir secuenciando la acción bulímica, por ejemplo.
En principio eso. Y si digo en principio, lo digo en relación a los tiempos lógicos de la cura. Para abrir la dimensión significante, primero tiene que haber un sujeto, y en estos casos lo que nos encontramos es que el sujeto está desaparecido. Apostar a ese sujeto implica, en principio, alojar el objeto.
FUENTE: ZANGHELLINI, J. «VICISITUDES DEL OBJETO» ED. DE LA CAMPANA