Demanda y objeto
Si retornamos a esa pregunta neurótica esencial referida a la demanda de ser, podemos preguntarnos qué es lo que nos plantea. Podemos respondernos: saber lo imposible. Al no existir «todos» los significantes, y al faltar el ser del sujeto, se produce la demanda en transferencia. Sea vía el rechazo o vía la demanda, en todo análisis las demandas no son más que transferencia; y toda demanda es en definitiva, demanda de amor. Lo que quiero introducirles hoy es que esta demanda de amor tiene como finalidad enmascarar, velar por lo que llamamos «el objeto».
Bien, hasta aquí podemos decir que hay que diferenciar lo que por un lado se vincula al deseo, que está en relación a lo particular (como condición absoluta) Y lo que por otro lado atañe a la demanda, en tanto su aspecto d universal; lo universal en tanto demanda incondicional de amor. Esta de alguna manea termina condenando a que la particularidad del deseo quede abolida para no ser más que el sujeto omnivalente de la cadena.
Por el contrario, y en relación con lo quiero transmitir hoy, sabemos que es lo particular del objeto lo que tiene el valor único. Lo que ocurre es que el recurso neurótico es el que juramente ubica la causa del deseo en la prueba de amor. La función del analista será ubicar que la demanda (la prueba de amor) no sea la condición absoluta,lo universal; restituyendo así, el particular.
Por supuesto, esto se irá aclarando y formalizando en la enseñanza de Jacques Lacan, precisamente por la novedad que él introducirá en el campo del psicoanálisis: el objeto pequeño a. Por ahora, a este nivel de su enseñanza, se trata más bien de la dialéctica entre el deseo y la demanda.
Es en el escrito «La dirección de la cura y los principios de su poder» dijimos (los remito a posts anteriores de esta misma semana) que Lacan habla de la «falta en ser» articulada la deseo, y dependiente de la articulación significante, en una dialéctica de objetos equivalentes. Esto nos lleva indefectiblemente a preguntarnos «¿De qué va entonces la dirección de la cura?» Es una pregunta, ante todo, ética: «¿Se trata de un análisis infinito? ¿O se trata más bien de apuntar a un fin?»
Porque si hablamos de la metonimia significante, el deseo siempre remitirá a otra cosa, y a otra cosa, y a otra cosa, y así hasta el infinito… ¿Pero qué es lo que pone tope, fin, freno, nudo, a esta propiedad metonímica del significante?
Pues bien, es ahí donde entra en juego el objeto -si bien a esta altura, este concepto queda por fuera del campo simbólico, significante. En esta época el objeto es abordado por Lacan por su estatuto imaginario. Un objeto imaginario en relación con el sujeto barrado($). Es decir, la escritura misma del fantasma. Así, el objeto adquiere su función en el deseo, debido a su inserción en el «fantasma fundamental».
El «fantasma fundamental» lo entenderemos en singular (no se trata de fantasmas, de fantasías…), aquel que mide la distancia con la falta. Puede haber algo paradójico en esta teorización, que justamente se resolverá con la noción de objeto causa. De objeto como causa de deseo (y no como objeto, objetivo del deseo)
FUENTE: Extensión 5. Cátedra de Psicopatología. Ed. De La Campana. La Plata, Argentina.