Conciencia de culpa
Les decía en los dos artículos inmediatamente anteriores a este, que Freud en su clínica se iba encontrando con pacientes que lo llevaban a cuestionarse algunos tipos de «carácter» que encontraba comunes en muchos de ellos, e intentó hacer una especie de análisis de al menos estos tres tipos de carácter: las excepciones, los que fracasan cuando triunfan y un tercer tipo del que me ocuparé hoy: aquellos que por culpa, cometen actos delictivos.
Freud se pregunta cómo puede ser que personas que se jactaban de ser en la vida adulta extremadamente cuidadosos de la «decencia», en un momento determinado de su vida (Freud lo sitúa en la «prepubertad») hubiesen cometido acciones prohibidas tales como pequeños hurtos, o haber producido incendios adrede, o estafas..
Su trabajo con los pacientes le permitió arribar a una hipótesis: esas acciones delictivas las llevaban a cabo solo por el hecho de ser prohibidas, y al hacerlas, el sujeto se sentía aliviado.
Las cosas sucedían así, según le transmitían sus pacientes: el sujeto sentía «conciencia de culpa», que no sabía bien de dónde provenía…al cometer una acción prohibida, esa culpa desaparecía…
Parece paradójico, dice Freud, porque la culpa era anterior a la falta cometida: esa falta delictiva se producía como efecto de la culpa.
Así, Freud llamó a este tipo de personas «delincuentes por conciencia de culpa». Aún así Freud no se queda con esto, sino que se preguntó sobre el origen de esa culpa anterior al acto delictivo, y si era posible que la culpa sea causa, al menos que tenga alguna participación, en el acto de cometer delitos.
Es entonces que en principio se dispone a investigar acerca del origen de la culpa en el ser humano. Y lo remite al Complejo de Edipo: la culpa como una «reacción» al deseo inconsciente de matar al padre y de copular con la madre.
Aquí Freud nos hace referencia a esos dos grandes delitos (parricidio e incesto) que en sociedades primitivas ya eran repudiados.
También, recurriendo a indagaciones anteriores, Freud nos recuerda la adquisición de la conciencia de culpa de la humanidad, que como gracia del Complejo de Edipo, ahora se manifiesta como una cuestión «anímica» heredada.
Respecto de si es posible que la culpa sea motivo de la comisión de un delito, Freud nos dice que lo que la clínica le muestra es que hay niños que cometen travesuras para buscar un castigo, y que cuando consiguen que lo castiguen, se quedan entonces más tranquilos, calmos y con cierta satisfacción…
En cuanto a sujetos adultos, Freud reconoce que -excluyendo a aquellos delincuentes que no sienten culpa al delinquir- estos sujetos en los que de alguna manera se han inscripto los «códigos punitivos» (la Ley, podemos decir) la culpa como motivo para delinquir es un tema que nos permitiría darle al castigo una nueva fundamentación.
Nos remite al Zaratustra de Nietzsche quien reconocía también este tipo de «carácter» en los hombres. La existencia previa de una conciencia de culpa y tener que recurrir a una falta delictiva para racionalizarla.
Bueno, esto ha tenido un interesante desarrollo luego en la obra de Lacan, pero volver a Freud siempre es un repaso interesante para resignificar algunas cuestiones que en psicoanálisis y en la clínica están siempre presentes y dispuestas a verificación.