La Autoestima y la Culpa
El médico psicoanalista Luis Chiozza, nos dice, que el psicoanálisis revela que todos sienten culpa, que la culpa nos puede amargar la vida y que el sentimiento de culpa es el que nos impulsa a intentar reparar nuestros errores.
Chiozza afirma que es importante distinguir entre responsabilidad y culpa. Responsabilidad es la capacidad de responder por las consecuencias de nuestras acciones y también por otros hechos que no se relacionan con nosotros. En tanto que la culpa es la que se atribuye a alguien como causante de un daño o delito, independientemente de la responsabilidad que asuma.
La culpa que sentimos es el resultado del propio juicio, entre lo que hemos hecho y lo que creemos que deberíamos haber hecho.
Los sentimientos propios de culpa llevan a la idea de castigo y la culpa ajena, a la venganza.
El psicoanálisis ha revelado que cargamos con la culpa para no sentirnos impotentes. Porque la omnipotencia consiste en creer que podemos evitar todos los hechos.
Las cosas son como son y no como queremos que sean, o nuestro ideal, que se rige por nuestros valores y nuestra moral que es el conjunto de normas éticas con las cuales nos identificamos.
Los ideales se obtienen de las experiencias sufridas de fracaso (esto no se debe hacer, lo otro tampoco).
Los valores son principios que orientan la conducta y sin ellos la vida no es posible, pero si los aplicamos rígidamente, sin la suficiente flexibilidad, nos pueden hacer la vida imposible.
El Superyo, es una instancia de la personalidad que representa la conciencia moral, es el heredero del complejo de Edipo, cuando ya se han producido la correspondientes identificaciones y los progenitores han sido incorporado.
El Superyo es el encargado de comparar nuestros actos con nuestros ideales y de esa comparación surge la autoestima.
La autoestima se relaciona con la culpa, y es inversamente proporcional a ella, porque cuanto más culpa se sienta menor será la autoestima.
El ideal ha incorporado las tradiciones y costumbres de la sociedad, las pautas de la clase social, las figuras de autoridad, la gente que se respeta y admira, y representa una influencia inconsciente que nos exige su cumplimiento y es con respecto a ese ideal que experimentamos culpa o autoestima.
Freud dice que es la culpa la que precede al delito, porque son impulsados por sentimientos de culpa que atormentan y que cuestan admitir.
La culpa original o la necesidad de castigo, según el Psicoanálisis provienen del instinto de vida y de muerte.
En la culpa inconsciente predominan las pulsiones de muerte, cuando triunfan la rivalidad, los celos y la envidia en las primeras experiencias con los progenitores.
La conciencia moral nace del sentimiento de asco y de vergüenza que son los motivos que llevan a la represión.
El asco surge de la mezcla entre el miedo y el odio; y la vergüenza, como la culpa, entre el amor y el miedo.
La culpa inconsciente es la tendencia natural de carencia y la culpa consciente pertenece a la biografía del sujeto.
La culpa se alivia proyectándolas sobre las personas más allegadas que son las que nos reprochan.
Los sentimientos del deber que producen culpa son aquellos que no han sido satisfechos en su tiempo y forma, pues la esencia de todo ser humano es cumplir sus ideales. Pero con respecto a las culpas por lo que hemos hecho que ya no se puede reparar, hay que aprender a vivir con ellas, dejarlas atrás y hacer el duelo.
La única salida de esta situación es el perdón, y siempre se puede si se quiere, lo que vale es el intento.