De identificaciones
En el Seminario 5 de Lacan tenemos la distinción entre yo Ideal a Ideal del yo. Y un clima freudiano de una relación que puede tener sus conflictos entre esas dos instancias, sin que sepamos bien si el conflicto viene de un lado o del otro.
Puede ocurrir que la referencia se vaya muy rápidamente a un entendimiento de los efectos depresivos; es decir, uno se deprime porque no logra tener una imagen de sí acorde al ideal.
Así que ya para el mismo Freud es una instancia que tiene sus complicaciones. Es decir que la podemos ver como benéfica de un lado pero no tan benéfica por el otro.
En psicoanálisis -en general- y en la orientación lacaniana -en particular- la solución de estas cosas va por el lado de dejar caer el ideal.
Pero ya lo tenemos como el logro máximo para Freud de la salida del Edipo: en tanto que tenemos que enfrentar este ideal del yo que es problemático.
Las referencias de Lacan a Freud están claras en este Seminario 5 eran los textos “Introducción al narcisismo” y “Psicología de las masas”, el capítulo sobre identificación y el famoso esquema, donde Freud diferencia perfectamente al yo del Ideal del yo.
Luego de la distinción del yo y del Ideal del yo, Lacan presenta una lista de problemas que quedan oscuros, fundamentalmente en términos de cómo entender lo que se dice tan fácil en términos de «introyección». Y por eso dedica bastante a esta cuestión. Por un lado, se plantea si el fenómeno de la identificación al ideal se produce, parece ser algo increíblemente instalado en el psiquismo del sujeto, lo que aquí Lacan llama «intrasubjetivo». Se puede ir a Nueva Zelandia, y ese ideal está siempre. Por eso habla del exiliado.
Pero observamos inmediatamente que esos ideales, en cuanto tenemos ejemplos, se han producido todos por relación con otros. Y no por ninguna especie de evolución puramente intrasubjetiva.
Podemos llegar al Seminario 24 de Lacan y van a decir cómo podríamos pensar la identificación ¿Qué queremos decir cuando decimos que algo que está afuera pase adentro?
En este Seminario solo está descripto como pregunta, y ahí queda. Por supuesto, con un énfasis puesto en que tenemos que considerar esta cuestión vinculada a la relación con el otro y con la dimensión simbólica del Otro y no como una maduración del psiquismo propio.
Después tenemos el siguiente gran problema apuntado, siguiendo a Freud: ¿cómo distinguir Ideal del yo del superyó? Porque, de golpe, especialmente si hablamos de un Ideal del yo muy severo, se lo usa también para decir que funciona como un superyó. Cuando decís las personas muy idealistas, arrancás a partir de un ideal, pero si se te ve haciendo muy fundamentalista tu relación con el ideal, empieza a tomar una figura superyoica…
Pero Lacan acá decide que lo más claro es que el ideal está concebido con una función normalizante. En cambio el superyó es una discordia; digamos que por definición es algo inquietante.
Y, si tiene esta función normalizante, tipificante, que se va a manifestar de mil maneras, la esencial, siguiendo a Freud, en el final del Edipo, es la relación de la sexuación con el ideal.
Es decir que la función normalizante fundamental es constituir una masculinidad, una feminidad por ideal. Pero después, en la fase fálica, dice Lacan que en psicoanálisis podemos trabajar los casos donde justamente esto ha fallado.
Dice que se ha reconocido un complejo en algunas mujeres, como un complejo viril o de masculinidad. Y si Freud dice que eso está vinculado a la cuestión del ideal, ¿cómo hacemos jugar eso?
FUENTE: LACAN, JACQUES. EL SEMINARIO 5. ED. PAIDÓS.