Desorientados
Está dicho que nuestra época nos confronta cada vez más con los llamados «casos raros», para los que, en tanto practicantes del psicoanálisis- tenemos que estar a la altura, contar con los fundamentos y herramientas para operar con esas presentaciones sintomáticas que no tienen la estructura edípica clásica.
Por ende, el operador teórico Nombre del Padre, en ciertos casos nos es insuficiente. En lo que podemos llamar una «clínica continuista», tenemos ese punto de basta, algo se anuda o se engancha.
Pero cuando eso no ocurre, tenemos la nebulosa, ahí mismo donde no operó la inscripción significante. Hablamos en estos casos de «desenganches» del Otro, donde los desencadenamientos no se producen claramente, extraordinariamente podemos decir. Pero donde hay evidencia de que hay forclusión de la significación fálica.
Es en esos casos en los que el sujeto está desenganchado, desamarrado del Otro, es cuando la orientación en psicoanálisis es la de intentar enganchar algo.
En este sentido, me referiré al caso que aborda Diana Yassin en un artículo aparecido en el número 8 de la Revista Lacaniana de Psicoanálisis, publicada por la EOL, Buenos Aires.
Un adolescente que recibe esta analista en un instituto donde acuden jóvenes con problemas con la ley. Una historia de abandonos, de descuidos de parte de sus padres lo deja errante en el mundo.
El joven, quien se presenta en un estado de confusión y desenganche del mundo, marca como comienzo de su situación actual el haber sido abusado por un tío hacía ya unos años. Esto, dice, lo condujo a la nebulosa y empieza su caída…Se siente aturdido por ideas violentas, un Otro que lo persigue, que hace muecas, se va desplegando en su relato.
Algo de la «flojedad» de su padre aparece en sus dichos, como una marca identificatoria que lo deja en ese mismo lugar. Se encuentra con una mujer que lo acerca a la iglesia, discurso del que se sostiene y con el que reemplaza todas las imágenes violentas que reproducía en dibujos. De su gusto por los tatuajes, práctica que abandona, pasa a leer la biblia, algo que lo tranquiliza…
Eric Laurent dice que el discurso de estos sujetos es extraído de un fondo que no se distingue bien, de un objeto que está difuso por carecer de límites… Este paciente no cuenta con un fantasma que le permita anudar algo…
Se trata, como dice Diana Yassin en el abordaje del caso, de un «desclasado» del S1, del significante amo, ese que comanda el discurso.
El abuso que sufrió este adolescente, tomado como encuentro con lo real, no llega a constituir un S1 como tal, ya que aparece como un significante que no hace clase, que es anómalo. Como tampoco otras cuestiones que podrían darle una identidad, ser jujeño o tatuador… Si bien son significantes a los que suele recurrir y le permiten cierto enganche, no hacen clase, no le dan una inscripción.
Este paciente deja la institución, ya mayor de edad, y retoma la cuestión de la sexualidad como algo que lo instala como hombre.
FUENTE: Yassin, D. «Los desclasados del S1». Revista Lacaniana de Psicoanálisis. Número 8. publicación del a Escuela de la Orientación Lacaniana. Buenos Aires, 2008