La escena
De la escena se puede hablar o decir muchas cosas desde el psicoanálisis.
Pero esta vez elegiré lo que Freud llamó «escena originaria», aquella escena sexual entre la pareja parental, que ha sido vista o supuesta por un niño.
La suposición de haber visto esa escena tiene que ver con algunos indicadores y fantasías infantiles. El niño interpreta esa escena como una acción de violencia ejercida por el padre hacia la madre.
En 1897 aparece este término de «escena originaria» en un manuscrito de Freud, término con el cual él intenta dar cuenta de esas experiencias infantiles traumáticas; experiencias que tienen cierto guión, más allá de la escena sexual en sí.
Luego, en el texto princeps del psicoanálisis «La interpretación de los sueños», Freud, prescindiendo aún de este término, considera que el haber observado una escena de coito entre los padres, genera angustia en el niño. Allí, Freud tenía la teoría de que la angustia era producida por un exceso de excitación sexual que el niño, al no comprenderla, no podía controlarla; así, esa escena es reprimida y el efecto es la angustia.
Es por la experiencia clínica de Freud que él teoriza sobre esta escena originaria, como algo que los pacientes frecuentemente le confesaban a Freud: haber visto, siendo niños, a sus padres en una relación sexual concreta.
Esto tiene que ver con lo que Freud llamó «fantasías originarias» en 1918 en su texto «Historia de una Neurosis infantil», texto que conocemos como el caso del Hombre de los Lobos. En este caso asistimos a una descripción de la observación de coito entre los padres del paciente, y a partir de este mismo caso, pone sobre el tapete dos elementos:
Primero, que el niño interpreta el coito parental como una agresión paterna en un marco sadomasoquista;
Segundo, que esto genera en el niño una excitación que al mismo tiempo le provoca angustia (Freud dirá que es «angustia de castración») interpretado por el niño como coito anal, lo que Freud sitúa como una de las teorías sexuales infantiles.
La pregunta es si tenemos que considerar tal escena originaria como algo realmente vienciado por el niño o es más bien del orden de la fantasía.
Esta es una discusión que en su tiempo se había planteado en torno a este caso.
Allí mismo Freud considera, como una respuesta posible a tal discusión, dos respuestas posibles que se ubican entre dos líneas.
Una la encontramos en el primer escrito de este caso, en el cual Freud hace un intento de demostración de que esa escena ha existido realmente y que es en un período ulterior que el niño la puede comprender y la interpreta.
Por otro lado, e inversamente a la respuesta anterior, Freud destaca que se trata de fantasías retroactivas, que recogen de una escena primordial algunos elementos reales como algunos ruidos, el haber visto el coito entre nimales, etc.
Pero, yendo más lejos en la discusión sobre lo que tiene que ver con lo real y lo que atañe a lo fantasmático de la escena originaria, Freud parece contemplar y sostener que esta escena pertenece a un pasado vivido por el sujeto, como un acontecimiento de orden mítico; pero que sin embargo está inscripto antes de cualquier significación posterior.