La escritura del «caso clínico»
Escribir un caso clínico, para presentar en cualquier tipo de dispositivo siempre trae algunos efectos.
Desde el momento en que empezamos a pensar en presentar nuestra clínica, ante una determinando comunidad, hay que pensar cómo y desde dónde presentarlo. ¿A partir de una pregunta? ¿De una duda diagnóstica? ¿A partir de alguna intervención que tuvo efectos en el tratamiento?
Claro que no es lo mismo escribir un caso para un control (para una supervisión) que para presentar en un espacio de comentario de casos, ateneo clínico o taller...estos son distintos nombres que reciben diferentes espacios de conversación clínica.
Sin embargo, lo que esto tiene en común es la sensación de quien presenta un caso de estar «expuesto». De hecho lo está, porque cuando se escribe un caso, el analista está implicado en el caso mismo, ya sea con sus intervenciones, con sus interpretaciones, con sus manejos de la transferencia, etc.
La cuestión es que estamos hablando de clínica, porque lo que hacemos es clínica. Al escribir un caso, lo reducimos hasta liberarnos de él, lo atravesamos. No se trata de verificar una hipótesis cuando presentamos un caso clínico, sino que el caso apunta a cuestionar aquello que se entrecruza con las construcciones teóricas con las que contamos.
Vayamos, como siempre, a Freud. ¿Qué hizo él con los casos de histeria que escribió? ¿Qué quería transmitir? Bien, en principio podemos decir que el discurso de la histeria (con su verdad a medio-decir) daba cuenta de una diferencia que luego nos sirvió para pensar la clínica y la dirección de la cura en general de las neurosis: una relación de disyunción entre el dicho y el decir.
Con Lacan nos entusiasmamos con los clásicos de la psiquiatría, que combinaron los dichos de los pacientes con la observación, y que enfatizaron la cuestión fenomenológica, ubicando la importancia de los síntomas en la clínica. Lo que hace Lacan es subvertir de alguna manera la posición médica, introduciendo la cuestión de la transferencia y la transformación de los dichos de un paciente, que puede reducirse a un eterno bla-bla-bla en un decir, apostando al inconsciente.
La escritura de un caso no se trata entonces de un relato objetivado de los dichos y hechos a los que un paciente se refiere; sino que se trata de dar cuenta de la posición de ese paciente con lo que se dice.
Dije antes que escribir un caso clínico para un control es diferente. Lo que se controla es el deseo del analista, no tanto la lógica misma del caso…
La escritura del caso clínico implica hacer una reducción desde las entrevistas preliminares donde se ponen en juego los significantes de la transferencia y del sujeto supuesto saber, hasta las sesiones conclusivas que decantan en cierta certeza en relación al objeto que se es…
Y , como decía Freud, fundamentalmente no olvidar que cada caso es único, que hay que abordar cada caso como si fuera el primero, y ya ahí nos está advirtiendo de rescatar siempre, siempre, la singularidad de cada sujeto, su modo singular de relacionarse con su propio goce.
FUENTE: SCILICET, AMP, 2014. ED. GRAMA