Dos modos de escritura
Jacques Lacan, habría dicho, en el contexto de lo que se llamó el mayo francés, o el mayo del «68, que él prefería un discurso sin palabras. Y esa preferencia implica de parte de Lacan, que haya introducido la noción de «acontecimiento», en oposición a la «insistencia».
Lacan mismo -tal como Miller rescata en su curso «Piezas sueltas»- sostuvo que la esencia de la teoría psicoanalítica estaba constituida por ese discurso sin palabras.
Posteriormente podemos leer que con eso él procuraba lo que en el seminario «El reverso del psicoanálisis» construyó como esquema: un esquema que nació de la combinación de cuatro elementos que van girando en el sentido de las agujas del reloj: los famosos discursos. Son cuatro elementos: : $, a, S1, y S2.
El elemento «a» (el pequeño a) es lo que se traduce como el «pathos», y es diferente a los otros tres ($, S1 y S2). Es dándole este valor diferente que se establece la diferencia entre el «eso habla» y el «está escrito». Es decir, causa efecto con la condición de que eso hable. Esta ambigüedad Miller la explica remitiéndose a la antigüedad: en aquellos tiempos no se leía silenciosamente, sino que se leía en voz alta. El pasaje de lo escrito a la voz era condición de que lo escrito sea legible. Dice Miller que lo escrito debía ser hablado para volverse hablante.
Esto sirve también para hablar de la escritura como inscripción de la palabra, como inscripción del dicho. Pero a Lacan le interesó también otro modo de escritura, teniendo en cuenta la coyuntura filosófica de su época, y en eso puedo el acento. De esta manera creó otra modalidad de lo escrito: lo escrito como marca. como un rasgo aislado, y hasta creó un neologismo: «el rasgo unario».
Tenemos aquí entonces la base a partir de la cual orientarnos para leer el Seminario 23: «El Sinthome». Para leer este seminario debemos basarnos en la distinción entre las dos escrituras: el texto y los dibujos: los nudos.
Junto a lo escrito que habla, lo escrito para significar algo, tenemos lo escrito que no quiere decir nada, es decir eso escrito que no se lee. Entonces, tenemos dos modos de escritura:
-Para leer
-No-para-leer (estado que además eligió Lacan para recopilar sus Escritos: no-para-leer)
Y Miller juega con un cambio de letras a decir que somos todos locos de no atar, ¿a qué? a un significado.
Bien, al modo de lo escrito le corresponde el significante; es decir, lo que está hecho para significar, para tener un efecto de significado. Y al modo de no-para-leer, lo llamamos letra.
Si bien Miller nos dice en este curso que esto nos puede sonar como ya conocido, nunca lo habíamos leído en función de lo que Lacan llamó «sinthome». Es claro que en el seminario 23 ya Lacan usa síntoma y sinthome como sinónimos, no es necesario que lo escriba de manera diferente para que sepamos a qué síntoma se refiere.
Y tal dicotomía entre significante y letra nos sirve para dar su lugar exacto al sinthome. Porque el síntoma como lo tratábamos antes, el síntoma freudiano, o del primer Lacan, está hecho de significantes; mientras que el sinthome es del orden de la letra: es una letra, se atreve a decir Miller.
Seguiremos con este tema el post siguiente.
FUENTE: MILLER, JACQUES-ALAIN. «PIEZAS SUELTAS. Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller». Ed. Paidós