Lo inconsciente y lo éxtimo
Jacques Alain Miller propone en «Sutilezas analíticas» pensar tres modalidades de análisis (los remito a los dos posts inmediatamente anteriores a éste), y respecto de la primera, los análisis que están en los comienzos, distingue eso amorfo que va cogiendo forma en transferencia. Y más allá de ciertas consideraciones foucaultianas, el psicoanálisis se diferencia totalmente de la práctica de la confesión. Eso amorfo que un paciente trae, el analista lo convoca a ubicar en una estructura: la estructura del lenguaje. Eso es lo que permanece, podemos decir, en esas tres modalidades que nos plantea Miller en su Curso.
La llamada «regla analítica», ese acto del analista que implica convidar al paciente a decir todo lo que se le ocurre, sin prejuicios, sin restricciones, implica una garantía al paciente: que allí no será juzgado por lo que diga, no hay juicio de parte del analista. Y es justamente lo que hace a la ética del psicoanálisis y su lógica.
No me voy a meter aquí con qué ocurre si alguien viene a confesar un asesinato por ejemplo…porque eso me llevaría a otro tema.
De momento me gustaría atenerme a que lo que llamamos «regla analítica». Esta es una operación, una intervención que destruye lo que conocemos como «el superyó común», y habilita la instalación de un superyó analítico si se quiere, bien propio de la experiencia en juego, que está hecho de la imposición de decir la verdad, sin máscaras, sin make-up. Hay que decir que tal mandato tiene mucho valor al comenzar un análisis, y muy difícil, diría imposible de ser satisfecho…
¿Qué decimos de la entrada? La entrada en análisis propiamente dicha tiene efectos lógicos inmediatos, casi siempre se trata efe alivios terapéuticos, o coincide con ellos, aunque no siempre se de esto como regla general. Sostiene Miller: un análisis en sus comienzos tiene efectos terapéuticos rápidos, y un análisis que perdura tiene efectos terapéuticos más bien lentos, hasta efectos deteriorantes…
Miller, sin embargo, se encarga a la vez de interrogar un poco esta cuestión de que un análisis que comienza (el primero de las tres modalidades que distingue) tiene efectos terapéuticos rápidos, porque sabemos que a veces la formalización de un síntoma puede ser grave…En el sentido de que el paciente caee en la cuenta de su «enfermedad».
Pero en el fondo, dice Miller, es un efecto de alivio de eso amorfo, de eso desordenado, y esa operación que hace el analista termina produciendo un milagro: se obtiene un efecto de que eso íntimo se vuelve exterior. Es decir, se opera una transmutación de lo amorfo. Esta transmutación suele estar acompañada con un «ya sabía, pero no sabía», acentuándose en cada caso un lado u otro de la construcción gramatical.
La transmutación de lo amorfo nos lleva al inconsciente.
En este sentido, podemos decir, con Miller, que esa noción de inconsciente tiene que ver con el efecto de extimidad que opera esa transmutación de lo amorfo. Así, el inconsciente es lo éxtimo, eso que estaba en mí pero que me era desconocido, ignorado…
FUENTE: MILLER, J-A. «SUTILEZAS ANALÍTICAS» ED. PAIDÓS.