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Un mismo vacío

Publicado por Betina Ganim

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La posición del analista está vinculada a esa especie de «no obrar activo», que le hace sugerir a Eric Laurent una figura taoísta o zen del analista. Juan Carlos Indart, en un seminario que dio en 1993, comenta esta parte del texto de Laurent, intentando cernir el por qué de tal comparación del maestro Laurent.

Entonces va al párrafo en el que aparece esta cuestión respecto del lugar del analista, en tanto ocupa el lugar del no obrar. Dice que es esta una manera de definir qué hacer en el punto que fijamos como amor de transferencia. Porque entonces aquí podemos decir que hay un obrar, y es el de la interpretación.

La cuestión es qué no hay que hacer; porque si bien parece que el analista tiene que «dar» algo a esa demanda de amor que le dirige el analizan, del lado del analista implica retener ese dar y transformarlo en un «no obrar».

Si bien es difícil situar precisamente de qué se trata ese no obrar, qué implica para el analista ocupar tal lugar, se podría decir que se trata de una especie de «preservación» o de «ocultamiento», de «recelo». Un silencio del lado del analista para que el sujeto advenga, que aloje en ese lugar vacío todas las significaciones que para él están en espera, todos los recorridos que ciernen lo que se presenta como vacío central.

Si tomamos en relación a la cura, el término de «recorrido» para dar cuenta de ella, tenemos que volver a esas secuencias de las que les hablé en posts anteriores, esas secuencias de saber que se van desplegando a lo largo de un análisis una vez que se ha producido la entrada en análisis, la apertura del inconsciente. Y para que eso se produzca, del lado del analista tiene que estar ese «vacío», más bien, ocupar ese lugar. En ese punto Laurent habla del «taoísmo».

En un análisis se trata de varios recorridos, y la orientación en este punto es importantísima, porque no es lo mismo que un analizan haga muchos recorridos, uno para cada lado, que no se sabe a donde llegarán; que se abran varios recorridos en torno a un vacío. Es decir, otra cosa es que más allá de las vueltas que se den, todo vuelva a un mismo punto.

Aquí es donde uno empieza a entender que algo imposible que encarna este vacío en la transferencia es lo que empieza a dar una especie de ley de valor de esos recorridos, y de la verificación de eso como «memoria».

De modo muy impresionista, planteamos la pregunta ¿cuál sería la memoria de cualquier recorrido, qué es lo que el recorrido recuerda? Repite siempre, siempre da la vuelta alrededor del mismo vacío, cualquiera sean los sentidos, las significaciones, los momentos de la vida, etc.

Ese saber inconsciente, todo el tiempo, a través de toda suerte de estructuraciones gira alrededor de ese punto.

Ahora bien, no todo lo que uno cree que es un vacío es ese tipo de vacío, eso es lo que hay que cernir en un análisis.

FUENTE: INDART, J.C. Seminario «La lógica de la cura», 1993