Cuarentena: ruptura, vacío y pérdida.
Una de las cuestiones más difíciles de sobrellevar durante la extensión de esta cuarentena, son sensaciones que pueden experimentarse como de corte y ruptura.
La distancia, la pérdida de tramas y conexiones que nos vinculaban, que hacían lazo con el mundo exterior, producen sensación de vacío, y, lo que inicialmente era incertidumbre, empieza a abrirse paso como dolor psíquico.
La perpetuación del encierro, más allá de las razones medicas y decisiones políticas a las que responde, tiene un impacto en el psiquismo, que esta luchando por tejer redes y encontrar herramientas de afrontamiento en relación a un suceso nuevo, disruptivo, que ha advenido para conmover.
Las sensaciones de ruptura, corte, pérdida, vacío, obedecen a la energía de Tánatos descripta por Freud. Por eso, es muy importante comprender que, en estas instancias, y ante la situación de encierro es comprensible experimentarlas. Responde a los cortes impuestos y a los esfuerzos del psiquismo para poder lidiar con una energía avasallante y destructiva que ha arrasado con la realidad construida previamente.
Estos momentos de crisis que colectivamente demandan transformaciones, pueden ser dolorosos, y nos ponen ante la imperiosa necesidad de un cambio de posición.
En algunos casos, este corte obligado, potencia y habilita rápidamente distintas formas de ligar, construir y reinventar aquellas estructuras y dinámicas que ya no pueden ser desarrolladas.
En otros casos, esta ruptura, puede dejar a la persona paralizada, detenida en esa sensación de pérdida, y esto también forma parte de lo que estamos viviendo.
Negar la herida que esta pandemia nos inflige individual y colectivamente es un modo de evadir, de evitar conectarse con esa pérdida. Visibilizarla, intentar ponerle palabra, nos habilita a construir algo distinto a partir de allí.
Hoy cobran relevancia las dimensiones que nos conectan a pesar de la distancia, la posibilidad de pedir ayuda, de sostener y ser sostenidos, de acompañar en el dolor, de construir nuevas herramientas y caminos posibles.
El duelo por la realidad perdida debe ser transitado para permitirnos crear otra cosa, otra realidad. Los lazos que se cortaron evidencian heridas, la energía que investíamos en objetos de nuestro dia a dia, ha sufrido un corte abrupto, en una suerte de deprivación, que nos obliga a la reclusión, a cortar el lazo social que tanto sostén representa para el psiquismo. En este movimiento, la sensación de vacío y de pérdida de sentido ocupan un lugar preponderante; es la respuesta ante un lazo que se ha roto de manera insidiosa y sin nuestra intervención conciente.
En ciertos casos, llenarse de actividades a más no poder puede ser un modo de tapar u obturar esa ruptura. Este es un período para darse tiempo, para aceptar la angustia, entender que el tránsito por esto no es sencillo; pedir ayuda cuando haga falta; y, en la medida en que podamos, ir gradualmente invistiendo nuestra energía psíquica en actividades y en la construcción de nuevas formas de establecer vínculo.
Las actividades creativas son una buena oportunidad de ayudar a ligar, a construir y a reconstruir lo que se ha roto. Nos ayudan a crear nuevos espacios, mediante modos alternativos de expresión. Son recursos que permiten tramitar aquéllo que es tan difícil de verbalizar y de simbolizar.