La cuarentena como oportunidad.
Esta detención obligada que nos impone el Coronavirus tiene un impacto global. En muchos casos la reclusión puede traer como consecuencia el acrecentamiento de síntomas y, en muchos otros, si lo aceptamos y podemos manejar la ansiedad puede ser una gran oportunidad de cambio.
Mientras estamos enfrascados en la rutina, es muy complejo establecer verdaderos cambios. El mundo exterior nos colma de estímulos, demandas y pedidos. La agenda llena y las múltiples actividades, en el caso de que las hubiera, colman nuestros días y no dejan espacio a la reflexión.
Este parate dispuesto debido al Coronavirus nos confronta con nosotros mismos y nos pone a prueba. Si se está en condiciones de aprovechar este tiempo para la reflexión es una gran chance para poder replantearnos elecciones, hábitos y prioridades que previamente discurrían de modo automático.
Es un tiempo de pausa, forzoso, y obligado, que habilita a crear un nuevo planteo, tanto a nivel mundial, como Humanidad, como a nivel individual y subjetivo.
El ritmo de vida que traíamos hasta el momento amerita una pausa, un momento de cuestionamiento. Nuestra participación como Sociedad, nuestra colaboración o no con lo que ocurre por fuera de cada uno, nuesto vinculo y compromiso con el mundo y con el cuidado de la naturaleza, los asuntos que veníamos poniendo en primer plano, la necesidad de afecto, la valoración de vínculos y contactos que muchas veces dábamos por sentado.
Aceptar lo que está ocurriendo, y habilitar un espacio de reflexión conjunta es un gran modo de transitar por este período difícil de reclusión. Por lo menos para la gran cantidad de personas que la transitan. Y este espacio es una elección, ya que se puede dedicar este tiempo a jugar juegos en red, o estar plegado a la tecnología incluso más que antes. De este modo, seguiríamos de algún modo perpetuando el modo de vida previo: la aceleración, la ansiedad de querer abarcarlo todo, incluso cuando el contexto es otro y el mundo entero pide que frenemos.
Si le damos lugar a esta oportunidad, podemos generar cambios que traigan como consecuencia una transformación en nuestra posición frente al mundo, a las elecciones que tomamos, a las responsabilidades y a las prioridades que asumimos…
En un mundo donde para muchos las cosas estaban dadas por sentado, ahora, mundialmente, todo eso tambalea, pende de un hilo. Y no hay nada que podamos hacer para detenerlo.
Lo que sí podemos cambiar es nuestra posición. Y un cambio de posición es necesario a nivel individual y a nivel global. Por esto mismo, elegir esta reflexión, introspección, conexión con lo intuitivo, es fundamental.
Para Carl Jung el tiempo de introversión es esencial para la profundización en el mundo interior, y para el autoconocimiento. La meditación, la espiritualidad, las actividades artísticas, atender a los sueños, entre otras, son herramientas que nos permiten mirar hacia adentro. Como dice una popular frase suya: «Quien mira hacia afuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta».
Preguntarnos, cuestionarnos y echar luz sobre cuestiones propias sólo puede llevarse a cabo en situaciones donde los estímulos externos se reduzcan. Y ese tránsito puede culminar en un despertar. Esto implica el cambio de posición y la posibilidad de iniciar una etapa nueva, con bases y herramientas distintas.