Salida al mundo Post-cuarentena
Venimos preguntándonos – hace ya rato – ¿cómo salir al mundo luego del confinamiento?
En Argentina estamos aún transitando un período con restricciones, con una estructura que va abriéndose lentamente. Aquí y en la mayor parte del mundo hay que seguir cuidándonos porque este virus, que nos es aún desconocido, experimenta picos y rebrotes. Debemos incorporar esta nueva forma de vida y de cuidado para poder ser responsables y transitarlo de la manera más justa posible.
Actualmente atravesamos una salida al mundo gradual, con incertidumbre y desafíos; con muchas más preguntas que respuestas.
La salida al mundo post-cuarentena, o más bien esta salida gradual que transitamos mientras sostenemos reglas de cuidado, nos confronta con un mundo distinto. O al menos uno que co-creamos a medida que volvemos a habitarlo.
La oportunidad de vivenciar esta profunda crisis nos permite también, en las subjetividades que sea posible, transitar el cuestionamiento, la revisión y la introspección. Tal vez, el salir al mundo sea replantearnos a qué mundo queremos volver, o al menos cómo queremos ser-en-el-mundo o cómo queremos que sea nuestro mundo, nuestra realidad.
Si hay algo que nos permite experimentar lo que nos une y lo que nos diferencia a la vez es una vivencia como esta.
Somos parte de un todo que transita por lo mismo, y a la vez, ¡somos tan distintos! Culturalmente y subjetivamente… nos encontramos y nos desencontramos constantemente.
Una vivencia de este tipo nos puede ayudar a resignificar el lugar que ocupamos, reflexionar acerca de qué aportamos, y cómo nuestro rol individual puede colaborar en cierta medida con la evolución o el desarrollo de lo colectivo. Y a la vez, experimentar cómo lo colectivo nos influye, y cómo decidimos responder a esto.
La salida al mundo luego del encierro podría bien ser un nuevo nacimiento o una suerte de renacimiento. Quizás lo sea de algunas partes de nuestra personalidad. Algunos hábitos, ideas, prejuicios habrán de morir para que nuevas funciones crezcan o se desarrollen.
Creo que este sería el mejor de los casos. Si perpetuamos todo de modo inflexible no estamos entendiendo el mensaje. Se nos impuso una alerta, un freno, para que sea escuchado en alguna medida.
Hacer oídos sordos sería pretender sostener algo que corresponde a un estadio previo, sin transitar verdaderamente el ciclo.
Somos distintos a quienes éramos antes de la cuarentena. Somos distintos ya de quienes éramos al comienzo, en los primeros meses. Entender y acompañar los cambios es indicio de salud.
Y todavía, si experimentamos estas crisis como impasses en nuestra vida individual podremos reevaluar o salir fortalecidos de estos desafíos que se nos presentan y que suelen ser testigos de la puesta en juego de aspectos propios hasta el momento desconocidos.
No habría que plantearnos entonces cómo salir, cómo retomar nuestra vida, sino qué nuevo camino, espacio, recorrido, mundo queremos construir. Pensemos que el «mundo» como concepto representa esencialmente nuestro mundo, nuestra realidad constituida de aquello a lo que le damos valor, de aquellos espacios en los que nos movemos, de aquellos vínculos que sostenemos.
Es una buena manera de pensar qué mundo dejamos al confinarnos y qué mundo nos gustaría habitar de ahora en más. Los cambios individuales en este sentido favorecen las transformaciones sociales y colectivas.