¿Cómo prepararnos para la apertura de la cuarentena?
Últimamente circula mucha información sobre cómo sobrellevar el tiempo de confinamiento que estamos transitando. Este enfoque es sumamente necesario ya que la salud mental es clave en el momento de reclusión actual. Pero también es importante cuestionarnos acerca del momento en que esta reclusión se abra y debamos volver gradualmente a nuestras labores habituales.
La apertura genera mucha ansiedad, tanto para quienes quieren que se retome ya mismo (cuestión que no ocurrirá, definitivamente), como para aquellos a los que les preocupa cómo ocurrirá y de qué modo.
La incertidumbre sigue siendo el estado de base. No sabemos qué características tendrá esa apertura y probablemente sea con directrices muy distintas a las que conocíamos previamente. Pero sí es interesante tener en cuenta algunas actitudes o disposiciones psicológicas para cuando eso ocurra.
Hay que considerar que durante este período de reclusión, psicológicamente y por cuestiones lógicas, debimos adaptarnos en mayor o menor medida a esta nueva realidad. Los ritmos son otros, la forma de organización y de encarar los conflictos, en general, sufre modificaciones. La velocidad ha tenido que mermar, en los casos en que esto ha sido posible, y nos hemos visto expuestos a estímulos distintos a los que recibíamos al salir al exterior.
Anímicamente sufrimos ansiedad y fluctuaciones emocionales, y la forma de iniciar y sostener vínculos afectivos ha debido transformarse.
Por esto, lo fundamental a tener en cuenta al momento de apertura es no pretender volver instantáneamente a la «supuesta normalidad». No pretender que, mágicamente, y por tener el permiso de salida se retomará el ritmo y las actividades como se llevaban a cabo previamente. Los cambios deben realizarse de modo gradual, aceptando y siendo compasivos con nuestras propias herramientas y con lo que venimos transitando.
Es fundamental en este terreno poder ser flexibles, disminuir la autoexigencia y poner limítes a las demandas del entorno que puedan resultar excesivas.
La noción de querer recuperar «el tiempo perdido» es absolutamente dañina para la salud. Este tiempo de confinamiento no es tiempo perdido, es un parate obligado que nos brinda la oportunidad de introspección y replanteos sobre la modalidad acarreada hasta el momento.
Por eso mismo, la apertura deber ser gradual también desde el punto de vista psicológico. Intentando no presionarse ni acelerar el ritmo de una día para otro.
Más aún en los casos de quienes han estado sin trabajar durante este tiempo, ir incorporando responsabilidades paulatinamente es la forma correcta de facilitar la construcción de esa nueva realidad que será, sin duda, formulada sobre bases distintas.
Para que esto ocurra se requiere de tiempo, y una vez más debemos seguir ejercitando la paciencia que tuvimos y tenemos aún que cultivar en el período de confinamiento.
Es importante prepararnos para ese entonces teniendo presente la gradualidad, la aceptación y la flexibilidad. Con la capacidad de ir regulando nuestra inserción y registrando simultáneamente cómo nos sentimos y qué respuestas estamos pudiendo gestionar.
De este modo el movimiento será más fluido, y podremos ir reconociendo ese nuevo entorno, con su nuevas reglas, y aumentando la energía a medida que podamos tolerarlo.
Por supuesto, que habrá casos donde esto no sea posible, por los niveles de ansiedad o las condiciones psicológicas previas de la persona. En estos casos se recomienda recurrir a algún profesional de la Salud Mental.