El casillero vacío
Decíamos entonces que esa memoria de la que hablamos en psicoanálisis es esa que ya vemos en el caso del Hombre de las Ratas en Freud: esas viñetas clínicas nos verifican cómo hay repetición. Cómo un sujeto puede caminar el mismo laberinto que el padre… Pero lo que he tratado de resaltar es ese agujero, ese imposible lógico que hace que todo eso se teja. Es decir, para que haya una estructura, es necesario que exista un casillero vacío, eso que llamamos lo imposible.
Aquí se trata de articular un goce como casillero imposible. Por eso dice Lacan que hay algo real en el inconsciente, porque si no, solo se trataría de palabras, y ya desde los comienzos de su enseñanza, a pesar de la prestancia que se le daba a lo simbólico por sobre lo imaginario y lo real, Lacan decía que lo simbólico no recubre todo el campo de la experiencia.
El sujeto no es real; es más bien una suposición, pura falta. Desde otro punto de vista, eso puede ser un hallazgo ya de una promesa imposible.
La gente se delira respecto de las expectativa de goce, porque una cosa son los fantasmas que existen sobre eso, desde el deseo; y otra cosa es llegar a la idea de que uno no puede dedicarse a gozar de un modo u otro, sino que ese modo de goce ya está inscripto en cada sujeto.
Y es justamente por eso que hay memoria, porque eso introduce algo imposible de decir y cristaliza significantes alrededor de ese casillero vacío, alrededor de ese hueco y ya desde ahí tiene una ley.
Ese lugar imposible funciona como causa, y es a partir de eso que los significantes se tejen a su alrededor.
El desafío del psicoanálisis es que hay un goce inscripto en la cadena significante inconsciente. Y de ahí se llega a una falta,y de nuevo, se renueva esa falta que le da al saber una relación con una verdad posible de alcanzar.
Eric Laurent rescata (en «Lo imposible de decir») esa «hendidura de la verdad» que Lacan despoja en su primera enseñanza. Una hendidura que podemos leer como algo cuya prueba y verificación nunca va a ser alcanzada por vía de este saber. Es lo que puso todo en movimiento, pero a cierta altura se produce un desfallecimiento sobre la posibilidad de que el sujeto se reúna con su verdad entendida como definitiva y certera.
Lo que indica esa frase es que justamente por ese fracaso de la verdad, no hay verdad toda; la verdad fracasa en su misma hendidura…
Cómo entender el hecho de que cuando el sujeto verifica que el inconsciente ya no arrojará más verdad, podría sin embargo hacer un giro y decir: «podemos transformar esto en saber», y seguir…En el mismo lugar de la verdad, lo que ha operado en ese giro es la ubicación de un goce que no entra como saber; no se lo puede decir, pero puede tomar la función de lo imposible de esa cadena, y es por ese mismo imposible que la cadena se vuelve una especie de memoria cerrada, pero ahora verificada como un saber.
FUENTE: INDART, J.C. Seminario «Lógica de la cura»