«Dos Notas sobre el Niño»
Retomando el artículo anteriormente publicado, decimos que el síntoma considerado como respuesta frente a lo real, ante el encuentro con lo real, en el niño adopta ciertas modalidades, que nos transmite Lacan y nos aporta Miller en su lectura.
En lo sucesivo intentaré abordarlas con más detalle y articularlas a la propuesta clínica del psicoanálisis para cada una de ellas.
La primera modalidad del síntoma que habíamos abordado es la que tenemos en Lacan, en «Dos notas sobre el niño». Este texto es fundamental ya que ahí Lacan diferencia dos modalidades en la sintomatología infantil. hay que, como siempre, contextualizar este texto en el momento de la enseñanza de Lacan. Escrito en 1969, Lacan definía al síntoma como «representante de la verdad»: el síntoma produce verdad.
Es así que la primera de las dos modalidades que nos transmite este texto es aquella en la que el niño se presenta como respuesta al síntoma de la pareja parental, representando lo que no anda entre los padres. el niño en este caso ES síntoma de la pareja. El ES lo pongo en mayúsculas porque luego lo diferenciaré del TENER un síntoma. Aquí el niño ES síntoma de la pareja de los padres. En este caso, las intervenciones del analista irá en la dirección de localizar la posición que asume el sujeto y operar sobre ella. En bambalinas estará el lugar de hombre y de mujer que adopta la pareja de los padres; por lo que el niño responde al modo en que los padres tienen de formar pareja.
Respecto de la segunda modalidad, el síntoma del niño está articulado unidireccionalmente a la subjetividad de la madre. El niño está directamente involucrado en el objeto del fantasma materno, revelando en este lugar, la verdad del fantasma materno. El niño, según esta modalidad, está ubicado en el lugar de ser el «objeto» de la madre. Realizando ese lugar de objeto a en el fantasma materno. El niño le da cuerpo a esa falta de objeto de la madre, se pone en su lugar, lo «realiza», quedando d esta manera fijado ene se lugar.
Las intervenciones en este caso son más complejas, ya que lo que está en juego es la posibilidad del niño de separarse de ese lugar…Aquí entra en juego la función separadora del padre. Y eso, sabemos, no está asegurado de entrada. Por lo que si esta función paterna no opera, el niño queda a expensas del fantasma materno, atrapado allí. Aquí lacan ubica los síntomas somáticos del niño. Cuando las «enfermedades» del niño son la excusa perfecta para la madre de desconocer su propia falta, ubicando ahí al niño del que «debe» ocuparse de lleno.
De esta manera, de lo que se trata es de hacer funcionar la mediación paterna, y esto es (lo veremos con más detalle en otro momento) poner una causa para el padre; es decir, una mujer, el deseo por una mujer.
Así, será en el caso por caso que se podrá ir ubicando de qué modalidad sintomática se trata en el niño para poder operar y generar movimientos al respecto.