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Recorridos sobre «lo femenino»

Publicado por Betina Ganim

cuerpo e histeria

Aprovechando este texto freudiano que he desglosado para transmitirles, seguiremos con la cuestión de la mujer en psicoanálisis. Podemos decir que el misterio de lo femenino es lo que cautivó, causó a Freud a teorizar e investigar clínica y teóricamente esta cuestión.

En Jacques Lacan encontramos un fórmula en relación a este tema: (La/) Mujer (la barra encima del «La»), léase: La mujer no existe. ¿Qué significa esto? Que no existe el significante de La Mujer. No existe un Universal para este significante. No existe un significante que pueda nombrar a La Mujer.

Tenemos en la enseñanza lacaniana la cuestión de lo femenino recorriendo un camino que va desde el concepto de «mascarada» femenina (entendida como una construcción simbólico imaginaria) hasta la cuestión del goce femenino, el goce más allá del falo, más allá del Edipo.

En este camino también Lacan pasa por la cuestión del empuje a la mujer en el campo de las psicosis, y la Otra de la histeria. La Otra como lugar (simbólico) en el que se supone está el enigma de lo femenino. La pregunta misma de la histeria ¿qué es una mujer?. También pasa Lacan por el lugar de la mujer como objeto de la causa del deseo del hombre.

Bien, simplemente, una reducción pero que nos ubica mínimamente en este recorrido de Lacan.

Como venimos viendo ya desde Freud, el papel de la mujer queda reducido a un lugar de déficit, de menos, de falta. Esto se ve en el desarrollo mismo de la sociedad: la mujer destinada al silencio, a tener hijos y quedarse en la casa.

Platón sostiene que el hombre y la mujer están capacitados para las mismas cosas, pero termina diciendo que el hombre es superior, ubicando la diferencia como un desgarramiento de una perfección original.

Aristóteles, por su parte, decía que la mujer es inferior al hombre en muchos aspectos que tiene que ver con su fragilidad, debilidad, cerebro más pequeño, menos piezas dentales…Asimismo, se permite justificar esta situación de inferioridad en la temperatura corporal de la mujer. Al tener la sangre más fría que el hombre, no tiene el calor necesario y por eso se produce pérdida de sangre una vez por mes. En cambio, el hombre, al tener la sangre más caliente, no pierde sangre, sino que ésta se convierte en semen…

Con Freud y el siglo XX, aparece el psicoanálisis, con el que se abre otra mirada sobre la sexualidad, el deseo y la satisfacción femenina, aunque parece que la mujer sigue siendo ubicada del lado del menos, de la falta, del déficit.

Por su parte, Lacan transforma ese déficit en algo más, lo positiviza.Y, siempre orientado por Freud, reordena el campo de la castración partiendo de la ley Paterna. El Padre como operador.

Pero al final de su enseñanza, Lacan transforma la castración en una función lógica. Una función que va más allá del Edipo, más allá del Padre.

Esto abre la cuestión de los goces y permite ubicar un goce diferente en la mujer, Un goce que va más allá el falo, un Otro goce, que la hace No-Toda. No Toda tomada por el Padre.

Otra clínica.

FUENTE: SCILICET. AMP, 2014. ED.GRAMA