¿Cómo potenciar la autoestima mediante la creatividad?
Sabemos que la relación entre autoestima y creatividad es muy estrecha. La autoestima se va desarrollando desde la infancia, y es la percepción de ser querido/as y valorado/as. Si esto no se gestó correctamente, o si por cuestiones de poca presencia emocional de madres y padres no se afianzó esta confianza del niño o niña en sus propias características y potencialidades, probablemente genere dificultades futuras.
La autoestima es la confianza en uno/a mismo/a, es respetarse, y validarse. No implica negación de dificultades o debilidades.
A veces confundimos autoestima con narcisismo o con soberbia. Por lo general, las personas con gran soberbia desarrollan estos rasgos de grandeza como modo compensatorio de ocultar sus verdaderas inseguridades. La autoestima no aparece de manera defensiva, sino que se establece sutilmente y marca el camino en las elecciones y posibilidades que a la persona se le habilitan.
Una autoestima no consolidada se manifiesta en personas que experimentan trabas muy grandes para llevar a cabo lo que quieren, o incluso para establecer lo que quieren. No se creen capaces de lograrlo y muchas veces de modo inconsciente encuentran obstáculos constantes en el camino. Se manifiesta en quienes deben demostrar constantemente su valía o demandar excesivamente de otros amor y reconocimiento, entre otras.
La creatividad y la autoestima están muy relacionadas porque lo creativo es algo que niños y niñas saludables van desarrollando espontáneamente. Es un símbolo de lo que pueden hacer por sí mismo/as. Si esto no es valorado o reconocido desde la primera infancia, se empieza a desconfiar de las propias capacidades y, gradualmente, si esto continúa siendo así, se va produciendo un desgaste, que lleva a que lo dejen de intentar.
Responder reconociendo el acto creativo en la infancia no implica exagerar, mentir ni festejarlo todo con entusiasmo desproporcionado. Implica reconocer esa acto como una muestra valiosa de la creatividad de ese niño o niña. Es reconocerle es esfuerzo, el modo en que lo ha intentado, alentarlo a que siga probando, que siga experimentando, ofrecerle herramientas para que pueda seguir en ese camino de búsqueda.
Se trata, esencialmente, de validar la búsqueda y de celebrarla. Ni abrumar con técnicas o bajadas académicas, ni decirle que es un genio o genia ante cualquier dibujo que haga. Esto es extremo e invisibiliza los momentos singulares. Se generaliza y se lleva a una idealización, que no ayuda al desarrollo de la autoestima. Lo que hay que validar es el proceso y reconocer el acto creativo, prestarle atención, estar ahí para observar genuinamente y aportar para que ese desarrollo se potencie.
Si lo creativo tiene lugar en la infancia y es habilitado de este modo, la autoestima tiene una gran chance de forjarse adecuadamente. Y por eso el vínculo entre ambas cuestiones es tan importante.
En las escuelas se valora por lo general la copia y la repetición, y no los gestos creativos espontáneos. Lamentablemente, de este modo se socava la autoestima aún más, y quienes no reciben buenas notas rápidamente se perciben a sí mismos como insuficientes.
Tenemos que incorporar la mirada creativa, en la crianza y en la educación, porque es la oportunidad de colaborar con el desarrollo de personas con autoestima sólida, que crezcan de manera saludable, aportando todas esas posibilidades de las que son conscientes al entorno que las rodea.