El objeto transicional, según Winnicott.
¿Qué es el objeto transicional?
Donald Winnicott, pediatra y psicoanalista, acuñó este concepto para hacer referencia a esas primeras posesiones infantiles. Esos osos o muñecos que, tempranamente, se transforman en objetos sumamente importantes para el niño. No quieren soltarlo, y representa un consuelo en momentos de angustia y soledad. El objeto cumple una función de compañía al momento de disponerse a dormir por ejemplo y constituye una defensa contra la ansiedad.
Winnicott ha estudiado estos fenómenos, especialmente porque por su labor de pediatra estaba en contacto con muchos bebés y niños que manifestaban comportamientos similares. Según su conceptualización existe un proceso de transición de una dependencia absoluta del bebé respecto de su madre, a poder ir gradualmente ganando mayor capacidad de espera y autonomía. El objeto y los fenómenos transicionales son una manera de ayudar en este pasaje.
En esta transición el niño o niña va a ir diferenciándose del entorno y de su madre. Pasa de un estado de unión con la madre, a una asimilación del no-yo, es decir, de todo aquello que es diferente de sí mismo. El objeto transicional lo ayuda a ir realizando ese discernimiento. Winnicott lo describe como «el viaje del niño, desde lo subjetivo puro hasta la objetividad».
Para Winnicott ese objeto: manta, oso de peluche, muñeco, es un símbolo que representa el pecho materno, representa a la madre o lo que ha implicado un consuelo y una satisfacción en los primeros momentos vinculares. El objeto es interno y externo a la vez. No es completamente interno en tanto tienen una entidad exterior que otros pueden reconocer, pero a la vez es interno, el niño lo ha transformado en algo más que un simple oso de peluche, tiene un valor simbólico.
Los fenómenos transicionales incluyen conductas observadas en bebés muy pequeños, como la succión del pulgar, o al succionar mantas u objetos blandos, los sonidos y balbuceos, y el canturreo, entre otros.
El objeto transicional es tan importante y singular para el niño que incluso lavarlo representa, según Winnicott, una ruptura de la experiencia del bebé, que puede destruir su valor y significación.
Para Winnicott existe toda una zona intermedia de experiencia, que implica un espacio de interacción entre lo interior y lo exterior, el yo-no yo. En esto la cuestión se amplía y se van a incluir cuestiones como el juego y la creación y posteriormente la apreciación artística y la religión.
El objeto transicional cumple una función esencial en tanto posibilita la adquisición de la capacidad de aceptar diferencias y semejanzas. Es un vehículo hacia la objetividad y la autonomía.
Este objeto ayuda en el desarrollo a tolerar la frustración y a poder sostener la gradual desilusión o separación de la madre o la figura primaria de cuidado. Pero para que esto suceda, se debe dar previamente una Ilusión lo suficientemente sólida como para que el bebé pueda crear y constituirse mediante estos fenómenos. Los objetos y fenómenos transicionales pertenecen, para Winnicott, al terreno de l ilusión, que es la base de la iniciación de la experiencia.
Las ideas de Winnicott son sumamente interesantes en lo que respecta a la psicología infantil, aportando conceptos claves para entender los primeros vínculos y el proceso de constitución subjetiva.