Cómo pedir ayuda
Hay personas solidarias que siempre están dispuestas a ayudar a los demás pero a ellas les suele costar mucho pedir ayuda.
Se trata de gente que está acostumbrada a bastarse a sí misma, a enfrentar siempre sus problemas sola y que hasta son capaces de renunciar a sus proyectos si tienen que pedir la colaboración de otras.
Esta actitud, en ciertas circunstancias difíciles, puede desbordar sus defensas por negarse rotundamente a apoyarse en otros. Es el momento de debilidad que tienen los fuertes, sin saber que es una oportunidad para mostrar que ellos también pueden ser vulnerables, que reconforta a los que siempre necesitan a los demás para sobrellevar sus contratiempos.
Tener la suficiente humildad para reconocer que uno no puede enfrentar una situación solo, es una actitud que hay que aprender para lograr cambios importantes tanto internos como externos.
Atreverse a pedir ayuda cuando se necesita es creer que no se sabe todo, que puede haber alguien que sabe más y que se puede aprender de otros.
A la mayoría le gusta ayudar, porque saber que hay alguien que necesita que lo ayuden, hace sentir útil al que está en condiciones de hacerlo.
Sin embargo, muchos creen que pedir ayuda los coloca en una posición de debilidad y además que pueden exponerse a ser rechazados.
Pero pedir no implica una exigencia ya que nadie tiene obligación de ayudarnos si no puede y eso no tiene que ser motivo de disgusto.
El que pide ayuda tiene que hacerlo con humildad, sin reprochar nada ni recordarle al otro todo lo que hizo por él, aunque haya sido mucho. Porque se trata del aquí y ahora, no del pasado; y lo que uno ha dado voluntariamente alguna vez, debe ser un asunto terminado.
Pedir no es fácil, pero lo mejor será hablar en forma directa, clara y concisa, sin dejar nada para que el otro imagine y, diciendo lo que se necesita sin vueltas.
El que se encuentra en la posición de pedir puede sentirse disminuido o incapaz para resolver solo sus problemas; y creer que si lo ayudan se sentirá en deuda o que su requerimiento pueda molestar.
Lo único cierto es que no podemos pensar por los demás ni saber qué es lo que piensan otros, porque seguramente piensen en forma distinta.
Pedir ayuda cuando es necesario no significa ser dependiente sino ser capaz de resolver problemas intentando obtener los recursos que se necesitan.
Compartir los problemas nos hace más humanos porque saber recibir es aceptar que no podemos solos y que tenemos que aprender a contar con otros, tanto para resolver dificultades como para hacer posibles nuestros proyectos.
El que está esperando que lo ayuden sin pedirlo cree que el otro puede leer sus pensamientos; pero nadie puede saber lo que estamos pensando o lo que queremos si no lo pedimos con claridad.
Para pedir ayuda, lo mejor es esperar el momento oportuno, o sea cuando el otro está disponible y sentimos que se interesa por nosotros.
Seguramente, si no nos puede ayudar se sentirá más incómodo que nosotros.