Kenia-Microcréditos para los Pobres-Parte II
Algunos logran gran mérito con un microcrédito
En Kenia, estado africano ubicado en la parte oriental del continente, el ritmo de crecimiento demográfico es rápido y la economía se asemeja a la mayoría de los países africanos, que están en graves dificultades para salir de su estado de subdesarrollo.
Existen numerosos barrios carenciados que se concentran en las poblaciones más densamente pobladas que viven en la más completa miseria, sin agua potable ni luz eléctrica.
La Organización Jami Boro, creada por una mujer, ha ayudado a gran cantidad de familias con casi un millón de préstamos de sólo treinta dólares.
La historia de Wilson es realmente conmovedora, un habitante de esa región, sin una vida digna de ser vivida y sin posibilidad de futuro, que logró transformar su existencia y su forma de ver el mundo con un microcrédito.
Nacido en Kenia, vive en una casilla de un solo ambiente con su esposa y tres niños, sin agua ni electricidad. Desde muy joven su medio de subsistencia fue el robo de relojes y otros objetos, que obtenía asaltando a las personas en la calle. Estuvo varias veces en prisión y hasta recibió dos disparos en una oportunidad durante un encuentro policial.
Fue entonces cuando una amiga de la escuela, que estaba en la organización Jami Boro, viendo cómo la vida de Wilson se desmoronaba, decidió ayudarlo.
La amiga de Wilson había trabajado de prostituta como su madre, pero quería para su vida algo diferente. Entró en la organización y hoy en día ocupa un cargo importante y tiene la oportunidad de tener un futuro y una vida digna.
Wilson podría conseguir un préstamo para iniciar una actividad independiente pero tendría que dejar de robar y ahorrar antes quince dólares ganados en forma honesta.
Wilson tomó la decisión de cambiar y se dedicó a ahorrar el dinero que necesitaba llevando las bolsas del supermercado a las mujeres que bajaban del autobús.
En poco tiempo reunió el dinero y consiguió el préstamo para instalar un puesto de frutas y verduras, que pudo devolver en seis meses.
Volvió a sacar otro crédito para poner un negocio de ropa usada, dejándole el puesto de frutas y verduras a su madre que no tenía trabajo.
El negocio de ropa usada prosperó y cuando terminó de pagar su deuda, se lo dejó a una hermana muy necesitada y solicitó otro crédito para poner un negocio de joyería con un amigo artesano. Aunque este emprendimiento no fue del todo exitoso, pudo devolver el crédito y abrir un bar.
Wilson asegura que las ideas venían a su cerebro todo el tiempo sin tener que buscarlas; y al cabo de seis años ya estaba pidiendo créditos de seis mil dólares para hacer negocios inmobiliarios.
Wilson ahora quiere hacer edificios y está convencido que es posible. Reconoce que siempre había tenido una actitud negativa pero que ahora cambió, se entrega a sus ideas y trata de llevarlas a la práctica.
Sin embargo, el hecho de vivir en un barrio de las características del suyo, hace que cualquier emprendimiento no tenga un desarrollo sostenido ni tampoco pueda evolucionar lo suficiente.
La Organización Jami Boro conoce este problema y para solucionarlo planeó un nuevo asentamiento para edificar dos mil casas que albergará a dos mil familias, que en total beneficiará a más de diez mil personas.
Ya compraron el terreno y Wilson fue el número cinco de la lista de adquirentes.
Wilson aún no puede creer que la Organización haya creído en él que había sido un ladrón que había estado preso, y haber tenido la oportunidad de cambiar su vida y la de su familia.