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Psicología de la Moda

Publicado por Malena

Es tu mejor amigo, el que respeta tu estilo

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La moda es el arte de lo efímero, de lo pasajero, de lo insustancial; pero tiene el poder de transformar todo lo imaginable, por antigüedad.

Es un fenómeno que produce cambios en la percepción, porque cuando nos miramos al espejo, todo aquello que antes nos agradaba, ahora no nos gusta porque pasó de moda.

Las mujeres son las candidatas más firmes para caer en las garras de un vendedor, cuando ingenuamente entran a un negocio y éste comienza su trabajo, criticándoles con desdén todo lo que llevan puesto.

Las desarma su sabiduría sobre lo que “se usa” y las convence para que no continúen perteneciendo a esa raza en extinción de fuertes de espíritu que pueden trascender la tentación y seguir usando lo que tienen.

Un buen vendedor quiere vender y no desea que se le escape el cliente sin comprar, porque toda venta diferida es una venta perdida.

Una técnica que se encuentra en todos los manuales de buenos vendedores es adoptar la misma actitud del cliente, llevándole la corriente y sin contrariarlo, si se ríe se ríe, si se lamenta se lamenta, una verdadera conducta espejo que logra establecer un vínculo difícil de romper en el momento de la decisión.

Porque cuando se instala dicha conexión, con tal de no desilusionar a alguien tan atento y que piensa igual , se puede ser capaz de comprar cualquier cosa

Quedar bien con el vendedor es lo primero que preocupa a la gente poco segura de si misma. Su baja autoestima le hace pensar que lo ha hecho perder su tiempo, y que tal actitud merece una reparación, por lo tanto se lleva lo que le ofrece aunque no le guste.

Los vendedores buenos en su oficio no escatiman esfuerzos para seducir con sus mejores artes para que el cliente se lleve lo último de la temporada, muchas veces sin tener en cuenta la edad, el peso o la estatura del comprador y sin respetar sus gustos ni su estilo.

Se podría cubrir las necesidades de todos los menos afortunados del mundo con todo lo que tiene la gente guardado en los placares y que no usan, porque es verdad que la gran mayoría antes de salir, se vuelve a cambiar y se pone lo mismo de siempre, aquello que le queda más cómodo, esa clase de ropa clásica que hace juego con todo lo que tienen y que a la vez cuida su estilo.

Tener un auto antiguo aunque ande bien, también es algo que puede llevar a una persona a sentirse inferior, porque el auto también forma parte de la identidad y de alguna manera la define.

Porque la gente tiende a ser definida por su apariencia, no por su esencia; y no cumplir con los requisitos básicos de la apariencia puede llegar a atentar contra la posibilidad de pertenecer a un grupo.

Algunos se tienen que mudar de barrio cerrado cuando ya no alcanzan a cumplir con las expectativas de un selecto grupo.

La moda nos lleva a comprar sillas incómodas pero modernas, cuadros inexplicables pero que quedan bien, televisores de plasma aunque no duren demasiado, a veranear en Punta Cana aunque no se sepa bien dónde queda y se arriesguen a que los sorprenda un huracán; a usar ropa incómoda pero de onda y hasta ir descalzo por la calle corriendo el riesgo de clavarse un vidrio en la planta del pie.

Las exigencias de la moda nos invaden con la publicidad y se convierten en verdaderas obligaciones difíciles de ignorar.

La cantidad de celulares es un ejemplo de acumulación de basura no degradable, con la aparición de nuevos modelos con funciones prescindibles pero muy tentadoras.

La persona insegura, con una identidad lábil, es la presa más fácil para venderle cualquier cosa, porque el hecho de tener lo último lo hace sentir mejor, creyendo que es más valioso como persona a los ojos de los demás.