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Psicología del disfraz

Publicado por María Gómez

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Llegan Halloween y carnaval  y las tiendas de disfraces se llenan de clientes ávidos  por encontrar el mejor disfraz. Es el momento perfecto para transformarse en otra persona. Y poder aprovecharse de la libertad que da pensar que somos otra persona, aunque solo sea por un breve espacio de tiempo.

No sólo supone una ruptura con la rutina diaria, lo cual ya de por sí es un aspecto muy positivo, sino que también disfrazarnos nos proporciona una licencia para expresar nuestras tendencias e inclinaciones más ocultas. Es curioso cómo la desinhibición se sincroniza con el disfraz. Cuando nos miramos al espejo lo hacemos con ojos diferentes. Es una herramienta  muy útil para los tímidos ya que pueden escudarse en ella para dar rienda suelta a sus deseos de expresión.

Si tu disfraz es tan elaborado que quedas prácticamente irreconocible o bien decides ponerte esa máscara que compraste en tu viaje a Venecia, podrás aprovecharte del anonimato para entablar contacto con esa persona en la que llevas tiempo fijándote o para moverte o bailar con libertad sin sentir la presión social sobre tu persona. En resumen disfraz te hará más atrevido.

Otra de las virtudes del disfraz, es el ambiente idóneo que crea para realizar un juego de roles que permite, de una forma fidedigna, ponerse en el lugar del otro o expresar emociones que, de manera natural, no es posible producir. Además alimenta la creatividad y ejercita la imaginacíon. De hecho, ciertos disfraces son verdaderas obras de arte y otras son genialidades ideadas con pequeños elementos. Ir caracterizado facilita la espontaneidad y la osadía que nos posibilita  inventar una nueva realidad que nos satisfaga más. Tal vez algunos puedan, por fin, mostrar su verdadero yo, sin filtros ni corsés impuestos por la socialización del ser humano.

festivity-314542_1280Solemos dar por hecho que empieza te disfraces de cualquier tipo todo está permitido.  Es una regla no escrita compartida colectivamente, de manera inconsciente, desde edades tempranas. En cierto sentido, nos proporciona seguridad en nosotros mismos y desaparece nuestro sentido del ridículo mágicamente.

Sin embargo, todos conocemos a personas a las que no les gusta disfrazarse incluso llegando a  producirles cierta humillación. Asimismo, puede que se trate de un comportamiento destinado a reafirmar la personalidad individual e independiente oponiéndose a aquello que sigue la mayoría. Sea como fuere, no es producente obligarles a hacerlo y mucho menos despreciarles por ello. Todo es cuestión de respeto.

Aunque, en gneral, nos hemos estado refieriendo al aspecto positivo de los beneficios psicológicos del disfraz, no podemos obviar el hecho de que algunos sujetos se valen del misterio para cometer abusos, ilegalilades, o actos delinctivos  de cualquier índole. Así que no debemos descuidarnos ni confiarnos de la buenas intenciones de todo el mundo. Aplica la misma precaución que en la vida sin disfraes.

Por último, es necesario resaltar el principal objetivo de simular ser un animal, un superhéroe o una verdura: la diversión. Disfrutar de la fantasía, entretenerse, jugar o bromear son actos tan terapéuticos como el mejor tratamiento psicológico.