Reflexiones sobre el amor platónico
Cuando sale el tema del amor platónico en cualquier tertulia entre amigos, siempre nos encontramos con revelaciones sorprendentes. Es habitual que algún miembro del grupo acabe confesando su amor platónico hacia otra persona del grupo en tiempos pasados. A veces, el asombro es mayúsculo cuando resulta que ese amor era correspondido secretamente. Y es que todo el mundo ha tenido un amor secreto e inconfesable. Hasta tal punto, que el hecho de verbalizarlo puede hacer desaparecer automáticamente la connotación fantasiosa y misteriosa, lo cual genera una disminución en la intensidad de ese amor.
Precisamente, el encanto del amor platónico reside en la imposiblidad de alcanzarlo, de que tenga lugar. Sin embargo, a nivel imaginativo el terreno a arar es infinito. Se trata de un sentimiento tan íntimo que sobrepasa lo común ya que no hay negociación, impulsividad, pero sí una especia de ilusión de que algo está por llegar, aunque en el fondo de uno mismo, sabe que nunca se concretará.
Por tanto, este amor se sitúa en el lado más emocional del ser humano. Así personas de carácter introvertido, que tienden al romanticismo son más propensas a experimentar estas sensaciones donde crean un mundo paralelo con la persona anhelada. Al mismo tiempo, en ocasiones ni siquiera se pretende hacer realidad ese amor ya que creemos que si nos enfrentamos a la realidad el individuo amado desaparecerá la atmósfera, en cierto sentido idílica instaurada en nuestra cabeza.
Puesto que en el amor platónico el plano físico queda relegado a un segundo plano, la esfera intelectual se impone inexorablemente. Gracias a eso, este amor no envejece aunque pueda pasar épocas de menor intensidad.
Es importante resaltar el hecho de que el amor platónico no está reñido con el amor real. Es posible que convivan en muchas parejas que nos rodean, incluso en nuestra propia relación. Ésto no significa que queramos ser infieles a nuestra pareja sino que soñamos con que, en un mundo paralelo, cabría la posibilidad de cumplir nuestra fantasía. Un buen ejemplo sería el amor hacia un personaje famosos como un actor o un deportista que sabemos nunca se hará realidad, pero que en caso de tener la posibilidad de ser, se haría sin pensarlo.
Con frecuencia, en nuestras ensoñaciones, atribuimos características físicas y psicológicas a la persona «amada» que, de hecho, no le pertenecen, y mucho menos, en exclusiva. Posiblemente,se trate del retrato mental de lo que consideraríamos nuestra pareja perfecta.
Los beneficios del amor platónico se traducen en que es una herramienta muy útil de autoconocimiento porque llegará a la cuestión de qué es lo que realmente se desea en el amor y seguir esa senda para entablar una relación lo más ajustada posible a las necesidades de cada cual. Ese amor ilusionante nos ayuda a evadirnos de los problemas diarios y nos relaja mientras nos centramos en las ensoñaciones.
El peligro de llevar este amor al extremo nos conducirá a tener ciertas dificultades en entablar relaciones amorosas ya que nadie nunca será lo suficientemente perfecto como lo es nuestro amor platónico. Así que será preferible mantenerlo en en nivel del entretenimiento e impedir que se convierta en nuestra brújula del amor.