Sobre el amor propio: Angel-a, de Luc Besson.
Esta película: Angel-a (2005) de Luc Besson ha sido destinataria de elogios y de fuertes críticas. Los que analizan sus aspectos cinematográficos encontrarán allí las razones tanto de una como de otra posición. No es la función de este artículo valorar a la película desde ese lugar, ni constituirse como partidario de un lado u otro.
De hecho, encuentro que las películas más enriquecedoras son precisamente aquellas que nos confrontan con matices de agrado y de desagrado, de acuerdo y desacuerdo, coexistiendo juntos. Esa sensación me acompañó particularmente a lo largo del film, que recomiendo precisamente para descubrir el recorrido emocional propio.
La película tiene un interés profundamente psicológico en tanto se pregunta por temas esenciales de la existencia humana: el amor, la libertad, la vida-la muerte, el sufrimiento y el disfrute, el valor de las pequeñas cosas, la apariencia física, el exterior-el interior, el poder, la verdad, las creencias y la necesidad de pruebas y certezas, entre otras.
El film explora temas tan profundos como estos de manera sencilla y cotidiana, transitando la vida del personaje principal, que se encuentra en apuros, acompañado de una mujer que le va mostrando, momento a momento, una nueva forma de ver su realidad.
En este sentido se presentan de manera muy sutil las distintas maneras de crear la realidad, y cómo a partir de una posición que cuestiona y desarma eso que aparenta «ser así y no poder ser de otro modo» se habilitan nuevas posibilidades.
La visión creativa tiene mucho que ver con esto. Con radicalizar y cuestionar lo dado, aquello que no parece tener solución ni salida, cuestionar lo posible-imposible, lo correcto-incorrecto, llevándolo a un plano en el que tal vez muchos de esos presupuestos puedan ser reemplazados por elementos nuevos.
El personaje de Ángela ocupa esta función de deconstrucción. ¿Por qué no puede ser de otro modo? ¿Quien dice que esto o aquello no pueda ser real o posible? Es una perspectiva profundamente filosófica la que plantea la película en este sentido. Trayendo al debate, además, cuestiones metafísicas.
Pero más allá de este planteo, el núcleo de esta historia descansa en la cuestión del amor, del amor hacia uno mismo, de lo esencial de contar con un otro que nos valide subjetivamente para poder habilitarnos y aceptarnos.
El amor como fundante y posibilitador de vida, de proyectos, de futuro. El amor como ligazón a la vida, como enlace, como vínculo, como esencia constitutiva.
La película nos muestra cómo una presencia, la intervención de alguien en un momento dado, puede producir un cambio determinante en la vida de un individuo. Un antes y un después, la posibilidad de que se construya y se integre lo que antes no se podía.
En ese vínculo ambas partes se transforman, ambos cambian en función de lo compartido.
Desde el punto de vista junguiano podríamos pensar a Ángela como el ánima del protagonista, como un aspecto de sí mismo que aparece para ayudarle a aceptarse de manera íntegra y para poder reconocer todas las facetas de su existencia psíquica.
Les recomiendo esta película para debatirla, para cuestionarla, para dejarse afectar por lo que sea que movilice. Para pensar en el amor propio, en cuánto valoramos y aceptamos de lo que somos, y en qué medida nos habilitamos subjetivamente.
El cine, como el arte en general, nos ofrece múltiples oportunidades de trabajar y elaborar cuestiones intrínsecas y esenciales de nuestra existencia. Expone problemáticas y conflictos que, en mayor o menor medida, compartimos; apareciendo, si lo permitimos, como una instancia de reflexión y posibilidad transformadora.
Les dejo el link para quienes quieran verla: https://www.periodicolapislazuli.com/video-angel-a-online.html