Asumir un rechazo
Desde edades tempranas, los seres humanos nos vemos obligados a lidiar con la sensación de ser rechazado. Seamos realistas y aceptemos que no gustaremos siempre. ni a todo el mundo, que no siempre encajaremos dentro de un ambiente determinado o que seremos excluídos de un grupo concreto. El primer paso que nos acerca a la aceptación del rechazo y al manejo de las consecuencias, es, como casi siempre, poseer la información, las herramientas necesarias y una gran actitud proactiva indispensable para sentirnos suficientemente preparados para encajar la frustración derivada.
Nuestra naturaleza social nos empuja a necesitar la aceptación de los otros, a experimentar pertenencia. Ésto nos hace sentir seguros. Cuando alguien nos rehuye lo que nos invade son sentimientos de decepción, desengaño. Como si nos negaran o nos repudiaran. Nos consideramos poco valorados o estimados, lo cual pone en peligro la estabilidad de nuestra autoestima. Y es que el dolor psicológico es tan perjudicial como el daño físico. Probablemente, te ocasione mayor esfuerzo recordar la última vez que te dolió la cabeza que rememorar la gran decepción que sentiste cuando no te dejaron entrar en un grupo determinado en el colegio.
Es previsible que la vida te enfrente a personas que te rechacen abiertamente, de manera manifiesta, pero también tendrás que estar atento a las personas que lo hacen de manera más sutil, como encubriéndolo. Ambas modalidades son igualmente implacables pero la segunda será más difícil de reconocer, y por tanto, nos impedirá defendernos de sus efectos desde un primer momento.
Nuestra forma de reaccionar al rechazo marcará la huella que dejará en nosotros. Si nos dominan sentimientos de tristeza o de depresión, cabe la posibilidad de que esas emociones negativas permanezcan en nosotros más tiempo del necesario, por lo que podrían adquirir un carácter relativamente crónico.
Si, por el contrario, adoptamos una posición realista a partir de la cual realicemos un análisis lo más objetivo posible de la situación de rechazo con el fin de valorar todos los aspectos contenidos en ella, podremos realizar una evaluación de responsabilidades, aceptando nuestra parte y reconociendo la de los que te han rechazado.
A partir de ahí, lo más saludable es continuar la vida buscando nuevos horizontes evitando forzar afinidades que difícilmente fructiferarán. Todas las personas tienen un lugar en el mundo y personas con las que establecerán relaciones sanas y duraderas. Huye, por tanto, de aquellas que sólo te reportarán desilusiones o que requieren que inviertas una cantidad enorme de energía.
Por supuesto, los efectos y las consecuencias de un rechazo parental, amoroso, de grupo, dependen de muchos factores, siendo el grado de afectación uno de ellos. Por eso, si el grado es alto de modo que entorpezca el desarrollo normal de la vida, es importante ponerse en manos de profesionales que te ayuden a superar la situación al tiempo que te entrenan y preparan para los rechazos futuros.
Paralelamente a las indicaciones comentadas, no vaciles en pedir apoyo a familiares y amigos. Seguro que te pueden aportar puntos de vista diferentes y sacarle el lado divertido a la situación. Desdramatizar los rechazos es, sin duda, un ingrediente mágico para superarlos.