Características de una persona empática
La empatía es la capacidad de comprender, percibir e inferir la vida emocional del otro. Implica poder ponerse en su lugar, incluso aceptando diferencias de opiniones o elecciones.
Está incluida dentro del concepto de Inteligencia Emocional, de modo que es una herramienta sumamente necesaria para el intercambio vincular saludable.
Las personas empáticas logran entender al otro y sus circunstancias, son compasivas y perciben fácilmente los estados de ánimo de los demás.
Suelen basarse en intuiciones y no se dejan guiar fácilmente por prejuicios. Establecen internamente un paralelismo entre todas las personas, en una relación de igualdad, permitiendo así acompañar y escuchar de modo genuino.
La persona empática acepta al otro como distinto de sí mismo. Lo apoya y comprende en toda su complejidad, pero bajo una base de igualdad donde se considera al otro un semejante.
Las personas empáticas suelen fluir en el contacto con otros. Logran detectar cuando la otra persona está irritada o inhibida, o triste, y toman esta información para actuar respetando lo que perciben.
Saben cómo intervenir sin ser intrusivos, y sus vínculos suelen estar marcados por el respeto y la escucha.
Las características de una persona empática incluyen la percepción y comprensión de gestos, del lenguaje no verbal del otro, además de su discurso.
Tienen la capacidad, a la vez, de manifestar mediante sus propios gestos la capacidad de escucha y el feedback frente al relato del otro.
Las personas que muestran gran nivel de empatía pueden establecer vínculos más genuinos y duraderos, aceptando los cambios por los que los demás transitan, acompañando y no reaccionando defensivamente ante lo que acontece.
Es un rasgo que puede desarrollarse si se trabaja terapéuticamente, pero hay personalidades con base narcisista que cuentan con muy poca o nula empatía.
Es una característica muy necesaria si se trabaja en la atención en salud, por ejemplo. O en cualquier ámbito en que se trabaje atendiendo o acompañando a otros.
Sin embargo esto muchas veces no es así, y muchos terapeutas o profesionales priorizan cumplir con cuestiones teóricas antes que con asumir una postura empática frente al otro que se tiene delante.
Las características empáticas están relacionadas a la conexión y el entendimiento con el otro, el altruismo, el liderazgo y la vocación solidaria.
Las personas con mayor empatía se desarrollan social y laboralmente de mejor modo, pudiendo flexibilizar su conducta según las situaciones y conformando muy buenos equipos de trabajo. La competencia no es importante para ellos, sino la interacción mutua que permita llegar a mejores resultados.
Reciben las opiniones de otros sin juzgarlas, aunque no piensen del mismo modo y las utilizan para generar espacios de participación y colaboración conjunta.
En las situaciones conflictivas suelen ser mediadores y logran intervenir de buen modo en su resolución.
Las personas con esta característica muy desarrollada son asertivas y motivadas, logrando potenciar las capacidades del otro, y apoyándolos emocionalmente con sus proyectos propios.
Mas allá de todas estas características más bien descriptivas, podemos decir que el término Empatía está muy en auge actualmente pero en esencia forma parte de conceptos que son clave en Psicología desde los orígenes.
La empatía, podemos pensar, es la capacidad de una madre que interpreta las señales del bebé. Es lo que permite que esa primera interacción vincular suceda de modo saludable. Una madre en sintonía, que perciba e interprete, que esté presente, atenta a ese otro y sus necesidades.
La persona empática sabe estar para el otro, aceptando, interpretando y escuchando. Es una actitud de presencia que no obtura, que no invade ni prejuzga. Es el espacio que se brinda, en ese vínculo, para que el otro se exprese como verdaderamente es.