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Chivo expiatorio: la culpa en un solo lugar.

Publicado por Lic. Maria V.

«Chivo expiatorio» es la denominación que se le da a una persona o grupo en el cual se deposita la culpa y responsabilidad de uno o varios acontecimientos, y por esta vía, se invisibiliza la participación del resto.

Es un fenómeno muy frecuente y un movimiento que se hace a veces de manera inconsciente, proyectando la culpa en un elemento específico del entramado grupal o social, a donde van a parar todas las demandas y reclamos.

Es interesante analizar este fenómeno que tan asiduamente vemos en las dinámicas familiares, laborales y grupales en general. El chivo expiatorio se elige en general por su diferencia. Ya hemos mencionado en artículos anteriores que para la grupalidad la diferencia es muchas veces sinónimo de peligro. Aquel que se rebela o contrarresta las tendencias de la mayoría suele ser percibido por el resto como amenazante. ¿Por qué? Porque entre otras cosas mostrar la diferencia es invocar la posibilidad de la soledad, confrontando a las masas con aspectos de sí mismos que se buscan mantener ocultos.

La ilusión de homogeneidad plena: sentir que somos parte de algo, que opinamos y pensamos del mismo modo, genera tranquilidad y sensación de contención. La posición diferente y rebelde amenaza esta estabilidad y por eso suele ser desde siempre combatida.

La dinámica del chivo expiatorio se presenta entonces de este modo. Se localiza un miembro del grupo como el culpable, y a partir de allí, todas las críticas y reclamos lo señalan. Esta estrategia es tranquilizadora para las otras partes, que por medio de la crítica constante a ese elemento evita visibilizar su propia responsabilidad.

Por lo general, siempre que en un grupo humano se reitere de manera frecuente la crítica y la queja hacia una sola persona, podemos sospechar que algo del fenómeno del chivo expiatorio está puesto en juego. Nunca es una sola persona la responsable de todos los males en un contexto en que intervienen varias. Los vínculos humanos implican responsabilidad compartida, en cuanto a que, incluso por omisión se está interviniendo.

Desde el punto de vista junguiano podríamos pensar que en el chivo expiatorio se está proyectando la sombra de ese grupo. Todo lo que los miembros rechazan de sí mismos o no se permiten ver, aparece representado por esa figura que encarnaría todos los problemas. 

Esta proyección «resuelve» torpemente el conflicto. Le permite al resto criticar y juzgar cómodamente a otro sin tener que enfrentarse a sus propios aspectos sombríos. Pero este tipo de entramado suele requerir eventualmente de elaboración, porque o bien los vínculos se rompen, o bien los conflictos son tan frecuentes que dificultan la continuación de esa dinámica grupal.

Quien ocupa el lugar de chivo expiatorio suele sufrir menosprecio y descalificación constante y, en muchos casos, se requiere de una intervención profesional en el grupo para poder visibilizar estas dinámicas que de otro modo seguirían operando en las sombras.

Lamentablemente estas dinámicas son sumamente frecuentes. Intervienen en actos de discriminación y van desde un contexto micro, como el seno de una familia, hasta lo más macro, en el propio entramado social. En gran parte este mecanismo se lleva a cabo por el desconocimiento y el poco trabajo de las personas sobre sí mismas. Si se indagara más sobre los propios asuntos inconscientes, se reduciría esta tendencia a proyectar todos los males afuera.