¿Cómo mejorar la relación con tu cuerpo?
¿Cómo mejorar la relación con tu cuerpo en un mundo lleno de exigencias y patrones sociales? Afortunadamente, muchos de estos aspectos tan rígidos hace unos años han comenzado a cuestionarse.
La exposición en redes sociales y la comparación no colaboran en la tarea de la aceptación. Es necesario, en este sentido, continuar el camino de deconstrucción. Evitar juzgar y opinar sobre el cuerpo ajeno y respetar las diferencias.
Considero importante, simultáneamente a la deconstrucción de estereotipos, tener presente el aspecto de la salud. Es esencial diferenciar entre nociones meramente estéticas, y cuestiones de salud. En casos de obesidad, por ejemplo, es importante intervenir desde el aspecto médico porque acarrea consecuencias nocivas para la salud.
Es pertinente hablar de cuerpos en plural porque no existe algo como El Cuerpo. Los cuerpos son singulares, tienen características particulares que no pueden o no deberían integrar comparaciones.
La aceptación del cuerpo implica en general un desarrollo de autoestima, de autocuidado y una afirmación suficiente como para permitirle a la persona correrse de ese lugar de autoexigencia y comparación constante.
La aceptación del propio cuerpo es un proceso que se produce conjuntamente a la aceptación de otros aspectos propios. Rechazar el propio cuerpo es una parte del rechazo hacia uno/a mismo/a.
Es difícil desarrollar esa aceptación cuando no estamos acostumbrados a recibir las señales del cuerpo y a reaccionar en función de ellas. En la gran mayoría de casos el cuerpo recibe y sostiene una modalidad de vida y de exigencia muy difícil de sobrellevar. Posturas y alimentación que lo dañan, consumo que le exige mantenerse alerta y con energía la mayor parte del día para poder así cumplir con las demandas de productividad.
La educación que recibimos desde la infancia no suele incluir el registro corporal y emocional. Por lo tanto, no es extraño encontrarse con dificultades para aceptar al cuerpo o atender las señales que nos manda.
Una manera de mejorar la relación con tu cuerpo es comenzar por registrarlo cotidianamente, que atendamos a lo que necesita, que valoremos los dolores o muestras de cansancio como pedidos de detenimiento o de cambio de hábitos que no son saludables.
Muchas veces atentamos contra el cuerpo sin siquiera notarlo. De hecho, la vida moderna en la ciudad se desarrolla a expensas del bienestar corporal. Sentarse todo el día en una computadora, comer rápidamente y lo primera que se encuentra, vivir en aceleración constante, son maneras legitimadas y valoradas socialmente de dañar el cuerpo.
Registrándolo un poco más permitimos disminuir las exigencias y tener sus necesidades en cuenta a la hora de desarrollar el día a día. De otra forma, lo avasallamos.
¿Cómo tener una buena relación con nuestro cuerpo si ni siquiera notamos que está ahí? Y en esto entran ambos extremos. Exigirlo excesivamente o perpetuar el sedentarismo. Cualquier extremo arrasa en lugar de atender o responder a sus necesidades.
Para cambiar estos hábitos tenemos que proponernos un nuevo enfoque. Darnos tiempo de frenar, y registrarlo. Incorporar técnicas de respiración o meditación puede ser una buena alternativa. El yoga también ayuda a aumentar la conciencia corporal, y potencia la integración de los distintos aspectos que forman parte nuestra.