¿Cómo trabajar la autovaloración?
Lo que podemos llamar Autovaloración, tiene raíces y alcances múltiples desde el punto de vista psicológico. En líneas generales, el «valor» en referencia a uno mismo se va construyendo a lo largo del desarrollo, en el intercambio con otros.
El sentimiento de inferioridad es compañero de la escasa autovaloración, cuestion que posteriormente suele ser la que impide o dificulta el seguimiento de aquello que se desea, y la puesta en marcha de proyectos propios.
La crianza, en este sentido, cumple un papel fundamental. Cuando un niño o niña es constantemente censurado, exigido o criticado, por ejemplo, o no es reconocido verdaderamente en sus logros y creaciones, va creciendo convenciéndose de que no tiene nada valioso para dar, sólo debe aprender lo que los adultos le indican. En este contexto es muy difícil que se desarrolle la autovaloración.
Además, es importante tener en cuenta que la autovaloración también puede verse afectada por factores externos, como la sociedad y la cultura en la que nos desarrollamos. Los mensajes que recibimos de los medios de comunicación, las expectativas sociales y los estereotipos culturales pueden influir en cómo nos valoramos a nosotros mismos. Por ejemplo, si vivimos en una sociedad que valora ciertos tipos de cuerpos, habilidades o logros por encima de otros, podemos llegar a sentirnos menos valiosos si no cumplimos con esos estándares.
Lo que «valemos», para decirlo de modo sencillo, nos es transmitido por un otro. Somos valiosos en la medida en que alguien pueda reconocerlo. Si esto no ocurre en los primeros tiempos del desarrollo se establecerá como una falta. Falta de valoración, de respeto o de reconocimiento por parte de otros que se instala luego de modo intrapsíquico.
Creer que uno tiene algo valioso para dar y aportar a otros es la base de toda vocación y de todo desarrollo saludable. Si esto no está presente, la persona puede sentir que discurre por la vida sin objetivo, sin camino ni razón, y esto puede constituirse en el gérmen de muchos casos de depresión.
No haber recibido reconocimiento o celebración por las ocurrencias, ideas y logros infantiles, establece un sentimiento de que nada de lo que uno haga es realmente suficiente, de que siempre debe hacerse un poco más, o de que nada de lo que se hace es correcto, bello o útil, y esto se traslada luego a lo largo de la vida.
No tener desarrollada ni trabajada la autovaloración, puede provocar que al tener hijos o hijas, se transmita esta falta de reconocimiento y valoración hacia la descendencia de modo inconsciente, e incluso se establezca una competencia encubierta.
Quien no ha sido cuidado o valorado – si no lo trabaja y elabora – difícilmente pueda valorar y contener a otros.
Para trabajar la autovaloración inicialmente hay que poder visibilizar ciertas cuestiones de nuestra historia que han influido para que esto se presente.
Volverse a conectar con cuestiones del pasado: faltas, carencias, heridas, es necesario para poder elaborar y permitir que la energía psíquica que está atada a esos conflictos se libere y se oriente en otra dirección. Este trabajo debe hacerse en el marco de una terapia psicológica, ya que iniciar este camino en soledad puede complicar el panorama en lugar de resolverlo.
Además, es esencial aprender a practicar la autocompasión. La autocompasión implica tratarse a uno mismo con amabilidad y comprensión en momentos de fracaso o dificultad, en lugar de ser crítico o duro consigo mismo. La investigación ha demostrado que las personas que practican la autocompasión tienden a tener una mayor autovaloración.
Aquello que no estuvo presente en la infancia puede desarrollarse luego, con trabajo y elaboración. Nuevos vínculos pueden aportarnos ese sostén y apoyo para posteriormente poder desarrollarlo internamente. Como la palabra misma lo dice: Autovaloración es poder desarrollar el sentimiento de valoración hacia uno mismo.
Desarrollar la Autovaloración no es creer que uno hace todo bien y que no puede equivocarse. Las personas que sienten esto no se autovaloran, al contrario, tapan con esa negación una profunda falta de valoración.
Autovaloración es sentir que uno es valioso, que uno tiene algo valorable para aportar a otros, y que los errores y aprendizajes son necesarios en el camino de crecimiento y construcción. Con el tiempo y el esfuerzo, es posible cambiar la forma en que nos valoramos a nosotros mismos y construir una autovaloración saludable y positiva.