Crisis emocional durante la pandemia.
Venimos hablando, durante los últimos artículos, acerca de cómo sobrellevar psicológicamente el tránsito por la cuarentena, en la situación particular de confinamiento que estamos atravesando.
Una de las cuestiones importantes tiene que ver con los colapsos, crisis, sobrecarga emocional que pueden darse durante este tiempo. Pretender estabilidad emocional dadas las circunstancias es a veces muy difícil. De hecho, no sería extraño llegar a momentos de crisis o desborde.
Las crisis emocionales pueden surgir por causas muy variables, y distintas según la persona en particular. La falta de espacio propio, en algunos casos; la soledad, en otros…La ansiedad por querer cumplir con actividades, la continuidad de un estado de apatía o falta de motivación. El encierro, sin duda, la causa fundamental en la mayoría de los casos, las dificultades económicas, la incertidumbre general y laboral, la falta de contacto físico/afectivo, entre muchas otras.
La crisis o el desborde se produce cuando se presenta la saturación de un estado que se venía perpetuando, y que implica la insuficiencia o carencia, en ese momento en particular, de estrategias de afrontamiento para seguir sosteniendo o enfrentar esa situación. En estos momentos, se pierde la estabilidad, y se manifiesta, a veces, por medio de una explosión: de ira, de ansiedad, de angustia... Si es así, éste se constituye como un momento, en cierto punto, catártico, y que pide un descanso, una revisión.
En el momento en que vivimos no es extraño que se acumulen y se sostengan situaciones durante un tiempo, que terminen en este tipo de crisis. Las crisis representan la necesidad de un cambio. Cambio de estructuras y de modalidades empleadas hasta el momento.
Como Humanidad estamos transitando una gran Crisis, un gran parate global que nos pide un cambio.
Las crisis emocionales obedecen un poco a esta situación de caos, de temor y de inestabilidad que estamos transitando, y, a la vez, son indicio de la necesidad de un cambio. Por eso, y como ya mencionamos en varias oportunidades, es importante el respeto que tengamos por nosotros mismos, por los tiempos, por nuestra necesidad de privacidad, de soledad, o de comunicación afectiva con otros. Permitirnos esto, estar atentos a no perpetuar estados de gran estrés y sobreexigencia es lo que va a colaborar para no llegar necesariamente a crisis y desbordes. Sin embargo, puede que ocurran igual, y es importante poder aceptarlo, pedir ayuda, recurrir a la escucha y la contención de otros.
Las crisis dan cuenta de algo que venía sosteniéndose quizás a duras penas, pero que en ese punto se presenta ya como insostenible. Algo tiene que cambiar en los códigos, los límites, las reglas establecidas… y para posibilitar estos cambios, hay que poder comunicar. Por eso, si vivenciamos una crisis emocional en estos días, es importante ubicar a qué responde, cuál es el disparador, y qué es lo que en nuestro entorno necesita de un cambio.
A veces, podremos poner límites y comunicar lo que necesitamos antes de una crisis. Pero otras veces, la crisis llegará justamente para avisarnos, darnos un mensaje, pedirnos la revisión y el cambio.
Este es un momento en que se requiere de mucha paciencia, escucha, registro de las propias necesidades y deseos. Poder expresar lo que nos pasa y dar lugar a las emociones que advengan son una manera de poder transitar por este período de un modo más saludable.