Hábitos y repetición.
Los seres humanos compartimos, en líneas generales, con el resto de los seres vivos, el hecho de ser «seres de hábitos». Con esto queremos decir que todas las especies deben repetir ciertos comportamientos provechosos en orden de poder sobrevivir.
La repetición es entonces un carácter esencial para el afianzamiento de dichos comportamientos y para la construcción de hábitos. La diferencia es que como seres humanos, tenemos conciencia de nuestra finitud y conciencia de nosotros mismos, complejizando bastante más la cuestión de la existencia.
Sin embargo, podemos observar en qué medida la repetición forma parte de nuestro día a día. Tener ciertos hábitos nos resguarda, nos permite construir un anclaje que nos aporte cierta seguridad.
Todo aquello que repetimos a lo largo del tiempo se constituye como respuesta subconciente. Son actividades que incorporamos y que podemos llevarlas a cabo sin estar pensándolas constantemente: cocinar, manejar, lavar, hacer ciertas tareas habituales en el trabajo, son ejemplos de esto.
Los recorridos frecuentes, por ejemplo, no nos demandan pensar ni evaluar, están incorporadas ya a nuestro patrón de conducta habitual.
¿Cómo sería si tuviéramos que pensar y evaluar cada vez que queremos ir al supermercado del barrio, o analizar el paso a paso al prepararnos el desayuno de todas las mañanas?
Mientras nos movemos en los mismos circuitos, se minimizan dudas y conflictos.
Los hábitos nos permiten entonces afianzarnos y también reforzar cierto sentido de pertenencia, ya que nos igualamos en cierta medida con aquellos que comparten hábitos similares.
Los hábitos se agrupan en rutinas, y así gran parte de los seres humanos organizan y guían sus días. Incluso quienes lleven una vida resistiendo las estructuras, deben construir cierto tipo de hábitos en su día día.
La relación de los seres humanos con los hábitos es sumamente amplia: desde quienes hacen de sus rutinas estandartes imposibles de modificar, hasta quienes desafían, buscan desidentificarse y cambiar constantemente.
Desafiar los hábitos y buscar nuevos modos de hacer las cosas, representa la aparición de la creatividad. Pero esta posibilidad de correrse de lo que está dado, de salirse de la zona de confort no es tolerada por todo el mundo. Cierta cuota de incertidumbre está presente en cada uno de estos desafíos, y hay que poder sostener cierta desidentificación para que ese movimiento se lleve a cabo.
Entonces, siendo seres de hábitos necesitamos de ciertos comportamientos que se mantengan constantes. Pero agregado a esto, debe existir la posibilidad del cambio.
Los hábitos se corresponden con cierto contexto, etapa vital y situación determinada, a medida que nos desarrollamos muchos de esos hábitos se mostrarán insuficientes o pertenecientes a un estado previo, dejando de ser acordes con el momento actual.
En estos contexto debemos poder abandonar ciertos hábitos, y crear nuevos. El cambio es fundamental para poder desarrollarnos a lo largo de las distintas etapas. De no ser posible esto, se perpetuarán estructuras de manera estanca, en discordancia con las necesidades y deseos presentes.
Pero este no es un asunto sencillo, la existencia del inconsciente implica que podemos repetir compulsivamente aquello que nos hace daño, y que muchas veces se dificultarán las posibilidades de cambio.
Es importante en la medida de lo posible trabajar terapéuticamente estos aspectos inconscientes, que muchas veces perpetúan estados de parálisis donde no hay cambio posible. Y en muchos otros casos la búsqueda constante y la falta de cierta estructura de base le impide al sujeto afianzarse.