La Concentración y el Conocimiento
Es necesario educar la mente para desarrollar sus poderes.
Los grandes maestros orientales han desarrollado de tal modo sus poderes mentales que cada vez que fijan su atención sobre algo, llegan a conocerlo profundamente en forma espontánea.
Esta capacidad la tenemos todos y es la intuición. La intuición es la capacidad de conocer un objeto total en forma inmediata, por inducción, sin análisis previo ni por deducción.
Es la inspiración de los genios, ese relámpago que ilumina su mente con su luz y que posteriormente iluminará al mundo.
Los genios no pueden explicar cómo han llegado a estas inspiraciones, sólo reconocen que fue de una manera extraña.
La filosofía oriental afirma que existe la posibilidad de adiestrar la mente para lograr voluntariamente el conocimiento inmediato de un objeto que deseamos conocer.
Esta posibilidad de adquirir un conocimiento es mucho mejor que acumular información sobre el objeto en la mente o por lo que aprendemos a partir de las descripciones que hacen otras personas sobre él.
La evolución de la mente no se mide por las imágenes que contiene sino por el conocimiento que posee y la mente se desarrolla ejercitando sus propios poderes.
Un pensador de mayor poder que nosotros puede ayudarnos cuando emite vibraciones en sintonía con las nuestras.
No siempre logramos sintonizar con nuestros maestros, pero cuando lo logramos notamos que nuestro poder mental ha aumentado y que podemos comprender conceptos que normalmente no hubiéramos entendido, aunque cuando nos quedamos solos notemos que se tornan borrosos y confusos.
Este tipo de trasmisión externa exige repeticiones para llegar a poder reproducirlos.
Cuando leemos grandes obras también podemos llegar a sintonizar la frecuencia de las vibraciones del escritor para poder extraer relaciones.
Todo esto sirve de educación y permite un progreso en nuestra evolución mental.
Los maestros orientales sostienen que la lectura desarrollada como pasatiempo o para llenar nuestras mentes con hechos, no sirven como estímulo para nuestra evolución.
La concentración es una de las cosas más difíciles para un estudiante que comienza a educar su mente. La imposición de afinar la atención en un solo objeto se dificulta por la movilidad de la mente que tiende a fluctuar y desviarse de un pensamiento a otro.
La concentración tiene el objetivo de fijar la atención en un objeto para lograr reproducirlo perfectamente dentro de uno mismo. Obliga a la mente a mantenerse por medio de la voluntad a permanecer atenta a una forma, sin desviarse hacia ninguna otra impresión.
Cuando se mantiene a la mente de ese modo amoldada a una imagen, el conocedor obtiene un conocimiento del objeto muchísimo mayor que el que pudiera aportarle cualquier descripción verbal.
Las palabras son símbolos de las cosas y la concentración es el bosquejo de una cosa producida por la palabra, permitiendo a la conciencia ponerse en contacto con la cosa descripta.
Cuando la mente está bien educada en la concentración en un objeto y puede sostener su agudeza, el paso siguiente es abandonar el objeto y mantener la mente en blanco.
En este estado la mente no muestra ninguna imagen, es entonces cuando se puede dar forma a la mente con el contenido de sus propios pensamientos, provenientes de la propia interioridad que todo lo conoce.
Bibliografía: «El Poder del Pensamiento» Annie Besant – Ed.Kier – Buenos Aires, 12a.Edición, 1980