La Expresión Escrita
La Escritura, además de su significado literal, expresa características psicológicas.
Todos sabemos que la forma de nuestra caligrafía puede ser muy explícita acerca de nuestra interioridad, es decir, que puede decir muchas cosas sobre nosotros. De esto se ocupa la grafología, que es el arte de describir el carácter mediante las particularidades de la letra.
El trabajo de un grafólogo se considera de mucha utilidad en asuntos legales y son requeridos con frecuencia en investigaciones judiciales.
Pero también se pueden deducir estados de ánimo y otras características de la personalidad a través de la forma de los caracteres, de las palabras y de la redacción propiamente dicha.
En Psicología se utiliza una prueba que consiste en hacer escribir una breve biografía para poder evaluar lo que un paciente considera que ha sido más relevante en su vida y además cómo lo expresa. Con este sencillo instrumento se pueden extraer muchos datos relacionados con el paciente.
Para verbalizar una idea y aún más para escribirla, el cerebro realiza operaciones muy complejas porque necesita codificar en palabras los pensamientos. Algunos lesionados cerebrales no pueden articular palabras precisamente por tener comprometidos las zonas del cerebro que realizan esas funciones.
La mente debe traducir utilizando signos comprensibles para poder hablar y escribir, y para entender a los demás tiene que decodificar esos mismos signos.
Los signos son símbolos que representan ideas. No obstante una idea difícilmente pueda expresarse fielmente tal cual es, tanto verbalmente como por escrito, porque no depende solamente de los signos que uno utilice, sino también de la interpretación del que está escuchando o leyendo, que va a estar sujeta a su propia visión del mundo.
Por otro lado también nos resulta dificultoso entender en forma exacta la idea de otro cuando nos habla o escribe porque siempre lo que piensa va a superar sus palabras aunque tenga la mejor intención para comunicarla.
Vemos qué difícil resulta comunicarse fielmente por medio del lenguaje o de la escritura aunque usemos el idioma en la forma más correcta posible y tengamos toda nuestra mejor disposición.
Para complicar aún más la comunicación humana, los idiomas son una realidad viva como vivos están los que los hablan, por lo tanto cambian en forma permanente.
Otro elemento que crea interferencias en los mensajes es el hecho de que los jóvenes suelen adoptar modos de hablar y de escribir diferentes para diferenciarse, porque como todo grupo tiene su propio código para comunicarse, que representa un elemento más para definir su pertenencia.
Mi experiencia en este medio, me permite recibir a diario los comentarios escritos de gente joven; y he podido observar que existe una relación muy significativa entre la forma de redactar y el estado de ánimo del que escribe.
En general, manifiestan una mayor dificultad para expresarse con claridad cuando se refieren a experiencias que le provocan ansiedad o angustia, habiendo notado que cuando vuelven a escribir en otra oportunidad aparentemente más tranquilos, lo hacen de una manera diferente, más clara y más precisa.
Creo que el conflicto interno y los temores provocan más trastornos de los que creemos. La confusión mental se traduce no solamente en nuestra forma de hablar sino también en nuestra forma de escribir que puede resultar contradictoria y hasta caótica.
Esto también está relacionado con los fracasos en los exámenes que a veces dependen únicamente de la dificultad para expresar los conocimientos estando en estado de tensión.
Pero en este sentido, hay otro aspecto no emocional que atenta contra la dificultad para expresarse por escrito con claridad y es la falta de vocabulario suficiente.
La única técnica fácil y eficaz para aumentar nuestro vocabulario es leer y si es posible en voz alta, tratando de incorporar nuevas formas de expresión a medida que las vayamos conociendo.
Las faltas de ortografía que ostentan los jóvenes, lo considero más un problema emocional que por desconocimiento. Asumo que se trata de rebeldía contra las reglas establecidas, que muchos suponen arbitrarias pero que fueron impuestas por convención con el único fin de poder llegar los seres humanos por fin algún día a entendernos.