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La importancia de la flexibilidad mental

Publicado por Lic. Maria V.

¿Qué significa la flexibilidad mental y qué posibilita?

Podemos denominar flexibilidad desde el punto de vista psicológico a la capacidad de cambiar, ceder y transformarse en función de las situaciones que se presenten. Permite modificar planes, ideas, intenciones y estructuras si la realidad presenta motivos suficientes para hacerlo. Esta herramienta ayuda en la aceptación de aquellos factores de la realidad que no manejamos, y es especialmente útil en la toma de decisiones y resolución de conflictos.

Si la persona es esencialmente inflexible, tendrá un plan o estructura previa que le será muy difícil de modificar, aún cuando la situación lo amerite, e incluso cuando adherirse a esa estructura pueda traerle consecuencias negativas a sí mismo o a otros.

Además, la inflexibilidad mental puede llevar a la persona a quedarse atrapada en patrones de pensamiento y comportamiento que no son saludables o productivos. Por ejemplo, puede hacer que alguien se aferre a creencias o actitudes negativas, incluso cuando hay evidencia de que estas creencias o actitudes no son útiles o correctas.

Con frecuencia esa rigidez está asociada a un anhelo de control y una actitud de omnipotencia y de dificultad para tolerar la frustración. Contrariamente a lo que se espera, la inflexibilidad aumenta la frustración, porque los hechos que se suceden no obedecen mágicamente a nuestros deseos.

La flexibilidad nos ayuda a poder redirigir nuestro rumbo en función de los cambios que se presentan, haciendo nuestro recorrido más maleable y dispuesto a recibir la información que el medio nos puede aportar para replantear nuestros objetivos.

Además, la flexibilidad mental puede ayudar a mejorar nuestras relaciones interpersonales. Cuando somos flexibles, somos capaces de entender y aceptar diferentes puntos de vista, lo que puede ayudar a evitar conflictos y malentendidos. También puede ayudarnos a ser más empáticos y comprensivos con los demás, ya que somos capaces de ver las cosas desde su perspectiva.

Flexibilidad no implica sobreadaptación.

Puede a veces confundirse la flexibilidad con la sobreadaptación, y por eso es importante establecer algunas diferencias.

La sobreadaptación es, como su nombre lo indica, una adaptación desmesurada. Implica una posición en la que la persona se adapta a todo lo que se le presenta, siendo funcional  o teniendo que resolver, sin generar disrupción alguna.

Al contrario de lo que puede pensarse, la sobreadaptación es más bien rígida. Es el imperativo de adaptarse, a veces a cualquier costo.

La sobreadaptación suele generarse desde la infancia, en entornos en los que el niño o niña no encuentran otro modo de afrontamiento que el de asumir responsabilidades, conductas resolutivas de manera prematura, o sencillamente cumpliendo con lo que se le demanda, pretendiendo de manera inconsciente no molestar ni generar conflictos, ya sea por  recursos insuficientes de los adultos a cargo, por situaciones de marcada desprotección, o porque simplemente no se da lugar al error o al conflicto (entre muchos otros ejemplos).

La flexibilidad, por el contrario, permite responder de distintas maneras, poniendo límite o siendo disruptivo cuando sea necesario hacerlo. Es una actitud ante las circunstancias que se presentan que permite, aprender y adaptarse a la realidad que se presenta pero no de manera rígida sino contemplando la posibilidad de decir que no y cambiar de posición las veces que sea necesario.

La flexibilidad ayuda enormemente en la creación y desarrollo de proyectos, y permite el crecimiento personal porque procura reconocer las distintas facetas y modos de responder que posee el ser humano, integrándolas, y teniéndolas como herramientas para desplegar según la situación que se presenta. Es una posición, podríamos decir, creativa, en tanto se apoya en la apertura al cambio y en asumir el desafío de descubrir o asombrarse ante nuevas formas de actuar y de pensar, aumentando también la capacidad de autoconocimiento.

La flexibilidad mental está asociada a la expresión y a la comunicación emocional. Permite a la persona estar más conectada al entorno, y dispuesta a aprehender y a metabolizar lo necesario para evolucionar.

Además, la flexibilidad mental puede ser un factor clave en la resiliencia, la capacidad de recuperarse de las adversidades y seguir adelante. Al ser capaces de adaptarnos y cambiar nuestras estrategias y enfoques en respuesta a los desafíos, podemos ser más capaces de manejar el estrés y superar las dificultades.

En definitiva, la flexibilidad mental es una habilidad vital que puede mejorar nuestra salud mental y emocional, nuestras relaciones y nuestra capacidad para navegar con éxito en un mundo en constante cambio.