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Saturación mental: cuando llegamos al límite.

Publicado por Lic. Maria V.

Nuestra mente está constantemente procesando pensamientos. A lo largo del día pensamos y resolvemos muchas cosas, la mayoría de ellas están ya automatizadas y pertenecen al plano subconsciente.

Sin embargo, también los pensamientos y reflexiones circulan intentando encontrar nuevas respuestas o soluciones a lo que se nos presenta. Hay personas que presentan un flujo de pensamiento mayor, pudiendo llegar a momentos de crisis o saturación mental.

Cuando se llega a este momento, por lo general, se presentan síntomas físicos como dolor de cabeza y decaimiento. Es muy complicado en estos períodos concentrarnos, y pensar o razonar sobre cualquier asunto, por más mínimo que sea, representa un esfuerzo excesivo y difícil de afrontar. Nuestra mente está saturada, ha pensado demasiado, entrando en círculos de rumiación que no permiten resolución alguna.

Es muy importante entender que nuestra energía mental es limitada, si la exigimos constantemente llegará un punto límite en la que esa vorágine de pensamientos ya no pueda sostenerse. En este punto es fundamental poder permitirnos ese descanso. 

La ansiedad producto de esta sobreestimulacion que termina en saturación mental es también muy frecuente. En estos momentos la persona recibe de diversas maneras mensajes de que debe detenerse o necesita tiempo. Y es muy importante escucharlos.

Llegar a estados límite, de profundo agotamiento, señala un recorrido de autoexigencia y de señales previas que no fueron atendidas. 

Por lo general los estados de saturación se alcanzan cuando una o varias situaciones externas o internas preocupan y se considera que exceden las herramientas con las que contamos para afrontarla, o cuando hay un exceso de actividades y tareas, y el sujeto siente que debe sostenerlo todo.

Entonces, los pensamientos se tejen y circulan con la intención de dar respuesta. Nuestra parte racional es muy importante porque es la que nos permite reflexionar, reconocer y crear nuevos modos de respuesta. Sin embargo, si se enfatiza en ella puede llevarnos a callejones sin salida.

La razón siempre encuentra pros y contras para todo, analiza en profundidad y prueba distintos escenarios y consecuencias. Siempre habrá algo que invalide o contradiga una decisión o iniciativa encontrada, y es aquí donde se crea el conflicto. Cuando un tema preocupa, por lo general, los pensamientos se orientan en esa dirección, surgen opciones y sus contrarias, y este recorrido mental puede encerrarse en círculos.

La saturación mental es un estado en el cual este exceso de pensamiento ya no puede ser sostenido. A través de los síntomas antes descriptos, sumado a muchos otros que, dependiendo del caso, pueden aparecer, se intenta marcar la necesidad de un límite, que evidentemente el sujeto no ha podido poner antes.

Las situaciones que plantea esta cuarentena, las preocupaciones entorno a la situación económica y laboral, la angustia, la distancia, la convivencia permanente nos llevan a estados de este tipo, en donde se movilizan pensamientos que intentan, a veces sin resultados, dar respuesta a una realidad muy nueva y que carece de precedentes. Es muy importante en estos momentos darse espacio, poder dedicar tiempo al ocio, a la dispersión, al descanso, sin intentar resolverlo todo.

La saturación mental es un punto de quiebre que debemos interpretar como un mensaje para detenernos. Hay algo de ese agotamiento que nos indica que nuestra mente no puede seguir el ritmo excesivo que venía desarrollando. En el contexto terapéutico se puede trabajar en profundidad cuál es el contexto que ha motivado este punto de quiebre, ayudando al sujeto a posicionarse de otro modo.