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La Oratoria

Publicado por Malena

La Oratoria

“Lo bueno si breve dos veces bueno” Gracián

La oratoria es el arte de hablar en público y requiere de algunas condiciones para lograr que dicha disertación cumpla con los objetivos propuestos.

En primer término, cualquier circunstancia que exija dirigirse a un público numeroso, deberá cumplir con algunos requisitos que permitirán al orador llevar a cabo su propósito con eficacia.

Lo más importante en un discurso o conferencia es tener algo qué decir. Ese contenido deberá ser elocuente y de interés para los presentes, dicho en un lenguaje claro y conciso, evitando la erudición y el vocabulario técnico, ya que siempre puede haber asistentes que no sean legos en la materia.

En general, el público que concurre a una charla, está dispuesto a escuchar con atención temas que le interesan, pero no se puede abusar de esta ventaja y permitirse un monólogo tedioso y sin matices, porque el asistente más entusiasta se puede sentir invadido por un ataque de sueño si se aburre.

Es difícil mantener la atención de la gente por mucho tiempo y esos signos de dispersión, si el orador no consigue atrapar con su ingenio la atención del público, se comienzan a percibir inmediatamente. Algunos comienzan a toser, otros lo siguen por reflejo, alentados por el que se atrevió primero; los más atrevidos se levantan y se van, los que no se quieren hacer notar se revuelcan en sus asientos y los demás comienzan a hablar entre ellos.

Se puede aprender a ser un buen orador pero también es importante contar con algunas aptitudes básicas como por ejemplo, capacidad de empatía, buena voz, facilidad de palabra y buena dicción.

Sin embargo, la mayoría de las dificultades se pueden salvar conociendo algunas técnicas necesarias para enfrentar al público.

El miedo al escenario puede vencerse con técnicas de visualización. Se realiza una desensibilización previa al evento, unos días antes, imaginando la situación como si estuviera ocurriendo, desde que ingresamos al edificio donde se desarrollará la charla hasta su término. Este ejercicio deberá realizarse dos o tres veces por día en estado de relajación, hasta el momento de la presentación. Los resultados de esta técnica son asombrosos.

Las imágenes mentales deberán incluir un estado emocional tranquilo, y confiado y una disposición óptima que permitirá actuar con espontaneidad, flexibilidad y seguridad en si mismo, que hará posible cumplir con la tarea y además disfrutarla.

Frente a los obstáculos que puedan ocurrir en la disertación, lo mejor es mantener una postura de naturalidad, que se reflejará en el público, que de esa manera apenas notará los errores u omisiones si los hubiere.

Es importante no extender la charla más allá del tiempo establecido porque puede que muchos de los asistentes tengan compromisos posteriores que cumplir y se vean en la obligación de marcharse si no se respetan los horarios.

Algunos oradores leen en forma amena sus informes, intercalando acotaciones aclaratorias improvisadas, imponiendo ese estilo en todas sus charlas, otros se guían por un diagrama de los temas a tratar que mantienen a la vista o por un listado de títulos, para evitar saltearse cosas importantes.

Es necesario relacionar la teoría con la práctica y también vincular los contenidos con situaciones de la actualidad, imprimiéndoles la posibilidad de insertar anécdotas o chistes que aflojen la seriedad de los temas.

Saber manejar los tiempos es crucial. Aunque no se haya terminado con todo lo que tal vez habría que decir, es recomendable dejar unos minutos para hacer preguntas al público, de manera de obtener una retroalimentación que pueda indicar si realmente hubo una buena comprensión.

Hablar en público puede resultar muy movilizador si las expectativas están puestas en el comportamiento personal y no en el alcance de la intención, que es comunicarse para brindar una información que se considera útil y de cierta relevancia.

Mostrarse relajado, reconocer que se puede no saber algo que pregunten, porque nadie lo sabe todo, aceptar que se puede cometer un error sin desmoronarse y ser capaz de reírse de si mismo si esa fuera la circunstancia, hará que esa experiencia resulte una feliz experiencia.

Como en todas las actividades la primera charla siempre va a ser la más difícil, pero las siguientes resultarán más fáciles y placenteras.