Pintura intuitiva y salud mental.
¿Cómo puede influir el recurso de la pintura intuitiva en la salud mental y emocional de una persona?
La pintura intuitiva, como muchas otras herramientas de arte espontáneo, ofrece fundamentalmente un espacio de expresión libre, que no solemos encontrar cotidianamente. Tiene una vertiente exploratoria, esto significa que nos permite jugar, algo que no encuentra lugar en las ocupaciones del día a día.
La espontaneidad y el juego son recursos que emplean niños y niñas constantemente. En el comienzo del desarrollo la capacidad creativa y exploratoria es fundamental para la constitución subjetiva. Es lo que nos permite ir reconociendo el entorno, a los otros y a uno mismo como un ser separado. En la exploración se conoce el mundo y las propias potencialidades, y en esto está el germen de la autoestima.
El despliegue de la intuición y de recursos expresivos nos pone en contacto directo con estas vivencias infantiles constitutivas. Nos permite volver observarnos a nosotros mismos y al entorno en su potencialidad de cambio. Y esto tiene relación con la salud.
Somos seres en constante movimiento, vivimos muchas situaciones que no podemos controlar, y nuestra capacidad de flexibilidad, de poner límites cuando se requiera, de desarmar y construir algo nuevo, está muy relacionada con la salud.
La inflexibilidad, la rigidez de ciertos comportamientos y la repetición están muy asociadas a síntomas psicopatológicos. Un síntoma es, entre muchas otras cosas, un modo de respuesta que se ha instalado y que opera con insistencia y en situaciones diversas. Algo se torna repetitivo, recurrente, automático e irrefrenable.
Es por esto que desde el plano psicológico se vuelve tan importante la prevención y la promoción de la salud mediante herramientas que promuevan el cambio y enfaticen la capacidad expresiva y transformadora que tenemos.
Vivimos en un mundo de desconexión de los propios ciclos y necesidades internas. Nos regimos por el mercado, por normas y mandatos impuestos socialmente, pero perdemos de vista la intuición y el contacto con aspectos inconscientes. Este modo de vida potencia el desarrollo de síntomas. No hay espacios de expresión espontánea, y se limita la idea que tenemos de nuestros procesos y posibilidades.
La pintura intuitiva ofrece un acercamiento con cuestiones internas que con frecuencia se dejan a un lado. Es una acción que simbólicamente, y recordando el juego infantil, se sale de las normas y el «deber ser» para permitir que emerja lo no buscado, lo nuevo, lo insólito y lo inesperado. Esta vivencia nos confronta con la posibilidad de cambio en general y nos mantiene en contacto con la diversidad.
Pintar intuitivamente implica hacerlo sin ideas o formas preconcebidas, dejarse llevar por lo que va surgiendo, sin pensar racionalmente según teorías y sin seguir tutoriales. Es una manera de permitir la expresión de lo propio y trascender la autocensura.
La expresión y la observación de aspectos propios es promotora de la salud, permite dar lugar a emociones que de reprimirse pueden llevar a dificultades psicológicas. Es, a la vez, un recurso mediante el cual trabajar la identidad, la sensación de ser y estar en el mundo, o, como decía Winnicott, la sensación de existir, de estar vivos.