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Psicología Criminal

Publicado por Malena

Psicología Criminal

La persona aislada y sin contención en su ambiente, tiene motivo suficiente, para ser un delincuente

El crimen es un delito grave social y también significa la violación de la ley moral. Es el acto cuyas consecuencias representan un serio perjuicio tanto para el criminal como para la víctima.

La Ley castiga y condena un crimen, separando de la sociedad a quien lo haya cometido, hoy en día con la intención humanística de darle la oportunidad de recuperarse. Ese es el espíritu de la ley aunque no siempre se logre.

La Criminología es la ciencia que estudia los fenómenos delictivos y al delincuente; según los conocimientos de la medicina, la psicología, la psicología social, la sociología, las estadísticas, las experiencias y la tecnología.

Todo crimen puede ser una reacción descontrolada consciente, inconsciente o simbólica frente a un estímulo y casi siempre tiene una motivación. Por alguna razón una persona ante determinadas circunstancias pierde el control y comete un delito.

El hombre es la única especie que puede controlar sus impulsos, característica que lo distingue del resto de los animales, sin embargo, ese mecanismo inhibidor en algún momento no funciona provocando una descarga impulsiva que no llega a pasar por la corteza cerebral e impide la oportunidad de reflexionar.

Desde el punto de vista psicológico un criminal es una persona con algún tipo de trastorno mental. En la gran mayoría de los casos se trata de personas que han sufrido experiencias traumáticas de abandono o abuso en la niñez que han alterado su proceso de pensamiento y su conducta o criados en un ambiente con valores opuestos a las normas que rigen en la sociedad en que viven.

Las lesiones cerebrales son comunes en las personas que tienen problemas de adaptación, aunque muchas veces no se lleguen a registrar. El cerebro es un órgano que aún no se conoce completamente.

Una mente criminal puede razonar coherentemente, como por ejemplo los psicópatas, pero con un razonamiento que parte de premisas falsas. Su modo de ver el mundo difiere del de la mayoría y no puede aceptar las reglas de convivencia, prefiriendo respetar sólo sus propios códigos.

No tienen sentimientos de culpa ni remordimientos y pueden pasar desapercibidos, comportándose relativamente en forma normal hasta que delinquen.

El diagnóstico de un psicópata es difícil, porque suelen ser muy inteligentes con una capacidad de razonamiento complejo pero se ponen de manifiesto cuando se descubre su idea delirante.

Las investigaciones realizadas con personas con reacciones antisociales revelan distintas formas de comportamiento según los trastornos de la personalidad.

Los que atentan contra la moral manifiestan anomalías del comportamiento sexual, como el incesto, la pedofilia, la gerontofilia, la bestialidad, el fetichismo, etc.; y también deformaciones del acto sexual como el sadismo, el exhibicionismo, etc.

Estas conductas anormales se presentan ya sea como impulsiones automáticas inconscientes, como excesos, o como obsesiones.

Las tendencias incendiarias o piromanías se manifiestan con bastante frecuencia en el comportamiento de los enfermos mentales, manifestación antisocial que tiene lugar casi exclusivamente en los medios rurales. Los epilépticos, los débiles mentales agresivos, los delirantes por actos de venganza, los desequilibrados psicópatas y los alcohólicos, son los candidatos potenciales para cometer este delito que puede tener consecuencias trágicas.

Ciertos homicidios son realizados en un estado de inconsciencia total o casi total. Por ejemplo en el caso de asesinatos durante estados de confusión o crepusculares epilépticos seguidos de amnesia posterior.

Existen actos homicidas perpetrados por enfermos demenciales o confusos, que no pueden controlar sus impulsiones agresivas debido a su debilitada inteligencia o a su oscurecida conciencia, como las reacciones homicidas de los dementes y de los confusos.

El homicidio puede también estar determinado por una motivación delirante, dependiendo de sentimientos o ideas de persecución, o de celos. Puede ocurrir que enfermos mentales con delirio pasional o de interpretación, o paranoicos reivindicadores, maten bajo el irresistible impulso de su delirio.

Los enfermos delirantes alucinados obedecen no ya directamente a sus impulsos sino indirectamente a las voces que oyen que les ordenan las ejecuciones.

El homicidio puede presentarse como una obsesiva impulsión a la cual el sujeto se resiste hasta el límite de lo posible, como en el caso del homicidio de los esquizofrénicos, que la mayoría de las veces parecen ser inmotivados.

El caso de los psicópatas perversos constitucionales plantea difíciles problemas médico-legales, ya que desde el punto de vista legal no se pueden considerar patológicos y que son punibles, aunque constituyan personas con desequilibrios caracterológicos o inmadurez afectiva.

Menos dificultades presentan en los peritajes médico-legales los grandes sádicos (vampiros, destripadores, asesinos de niños, etc.) monstruosidad patológica que se registra en sus crímenes en forma patética y cruenta.