¿Qué es el miedo al éxito?
En general se habla mucho del miedo al fracaso, pero el miedo al éxito es el responsable de gran cantidad de bloqueos en la realización de proyectos e iniciativas propias.
Freud mismo decía que lo peor que puede ocurrirle a alguien es lograr lo que realmente quiere. Y, por más que pueda resultarnos contradictorio, ya a estas alturas entendemos que nos mueve precisamente la búsqueda por aquello que nos falta. Si se lograra el deseo sería, desde esta perspectiva, una tragedia. Se llegaría a un punto en el que sólo restaría pensar: y ahora, ¿qué?
Esto nos da la pauta de que lograr lo que realmente queremos puede no ser tan sencillo. El inconciente tracciona hacia atrás muchas veces aquello que querríamos que avance. Los mecanismos de autoboicot se ubicarían en esta línea.
¿Cuáles son los motivos que pueden colaborar con el miedo al éxito, evitando un verdadero desarrollo en relación con lo que deseamos?
Una de las cuestiones fundamentales es pensar en qué es el éxito para nosotros. Muchas veces nuestra idea de éxito, es distinta de la que otros esperan que logremos, y no conseguirlo es una manera de no traicionar a esos otros.
El éxito personal puede estar asociado con ubicarnos en una posición más demandada, temiendo quizás llegar allí y tener que asumir nuevas y mayores responsabilidades. Lograr algo que queremos representa la pérdida de relativa comodidad, en tanto tenemos que estar dispuestos al cambio.
El logro tiene mucho que ver con la predisposición al cambio. Muy difícilmente lograremos que un proyecto propio se concrete, si no abandonamos, en cierto modo, algunos hábitos de nuestra vida cotidiana y nos disponemos a explorar e iniciar acciones nuevas. Llegar a cumplir ese objetivo implica movilización, esfuerzo y pérdida, y muchas veces esto representa una gran amenaza.
El miedo al éxito, a su vez, puede estar acompañado de temor a superar los logros de nuestro entorno familiar o de las figuras parentales. Así, obedecer a estos mandatos implica quedarse en un lugar que no moleste o perjudique la posición o la autovaloración de figuras de autoridad.
Cuando se comienza un proyecto propio es muy importante trabajar tanto el miedo al fracaso como el miedo al éxito, porque en este último suelen estar acumuladas grandes resistencias.
El éxito suele generar ansiedad y preguntas entorno al merecimiento o a las propias capacidades para poder afrontarlo.
Las inseguridades y dudas sobre si un proyecto se podrá llevar a cabo, sostener o desarrollar de manera correcta son muchas veces las fuentes centrales del temor y la evitación. Desde esta perspectiva resulta mucho más cómodo y estable no arriesgar ni apostar por eso que queremos, ya que de algún modo nos desestabiliza, pone en jaque el equilibrio que tanto nos costó conseguir.
Por eso mismo es que muchas personas nunca pasan de la idea a la acción. En la idea no hay riesgo posible, se pueden desplegar muchísimos escenarios en la fantasía sin tener que llevarlos a la práctica.
Lo que suele ocurrir en estos casos, es que genera frustración ver luego que otros han desarrollado eso que queríamos. El clásico: «me robaron la idea». En esto se observa claramente que algo entorno al deseo quedó detenido o paralizado.
Es importante distinguir las ideas fugaces de los verdaderos proyectos, e intentar, con el acompañamiento adecuado, llevar adelante eso que quiere erigirse como proyecto propio.