¿Qué es la Sombra según la Psicología Junguiana?
El concepto de Sombra, como la mayoría de los conceptos junguianos, revisten gran complejidad. Nos referiremos a la descripción más simple que se pueda hacer en la extensión de este artículo.
Los conceptos de la psicología junguiana (Psicología Analítica) se han popularizado y son cada vez de uso más frecuente. Es importante, sin embargo, conocer su teoría un poco más a fondo porque suele ser malinterpretada.
Cuando hablamos de la sombra nos referimos a características o rasgos que “están en sombra” o son sombríos.
La sombra está compuesta de todos los rasgos que no quieren mostrarse al mundo, aquello que rechazamos, o que consideramos contrario a la máscara que mostramos socialmente (que Jung denomina Persona) .
Por lo general, la sombra contiene características contrarias a las costumbres y convenciones morales de la sociedad.
La sombra constituye un arquetipo, es decir, un molde a priori compartido colectivamente. Parte de la sombra pertenece a lo colectivo. Otra parte nuclea los contenidos de la experiencia personal que son rechazados, constituyéndose a lo largo del desarrollo como un complejo con autonomía propia.
Cuando la Sombra no puede ser integrada, se proyecta en otros. De modo que es mucho más fácil reconocer qué aspectos tenemos en sombra al observar lo que frecuentemente nos irrita o criticamos de otros.
La sombra se construye indefectiblemente, según Jung, porque la conciencia no puede tolerar que coexistan todos los aspectos, con sus respectivas polaridades. Esto implica un conflicto moral para el sujeto. Necesita separar y segmentar, y esto es parte del proceso de identificación, sabemos qué somos cuando podemos decir qué no. De este modo, la sombra es un aspecto necesario y complementario de aquello que mostramos al mundo.
Existen excepciones en casos de Identidad negativa, es decir, aquellos que se identifican con los aspectos sombríos y los llevan con orgullo.
Pero la mayoría oculta estos rasgos. Y por un mecanismo de compensación, cuanto más inflexible y limitados sean los aspectos que se muestran al mundo, más crecerá la sombra, amenazando al individuo de distintas maneras.
Que rechacemos los aspectos sombríos no los elimina, siguen operando en el Inconciente.
La elaboración de la sombra implica reconocer esa partes nuestras que rechazamos pero que nos pertenecen, para poder llevar una identidad más completa y auténtica.
De otro modo, continuaremos rechazando y criticando aspectos en otros, con tal de no confrontarnos con nuestra propia esencia.
Jung decía que «la cosa más aterradora es aceptarse a sí mismo por completo». Para evitar esta aterradora tarea, solemos entonces proyectar esos aspectos sombríos en otros, de modo de poder preservar una imagen propia coherente y tolerable para el yo.
Sin embargo, la existencia resulta superflua si nunca se indaga en esos aspectos. Quedamos funcionando a partir de un esquema muy limitado y rígido, que nos impide enriquecernos de otros roles y facetas. Trabajar la sombra posibilita que integremos partes de nosotros mismos que desconocíamos.
Somos más de lo que mostramos al mundo, somos más que una máscara para funcionar socialmente, y si no trabajamos la sombra, no podemos visibilizar y ampliar el conocimiento que tenemos de nosotros mismos.