Singularidades de los genios
Cuando alguien nombra la palabra «genio», a todos nos vienen a la mente personajes famosos que destacaron por su genialidad en un ámbito determinado. Sin embargo, seguro que has conocido a alguien anónimo que podría encajar con algún rasgo propio de la psicología de lo genios. Hoy nos centramos en resaltar aquellas características psicológicas que suelen compartir estos elegidos, manteniendo su idiosincrasia personal.
Los genios son personas a quienes el talento les viene dado de serie, naturalmente. Independientemente de la disciplina de la que se ocupen, se trata de personas curiosas e impulsivas. Siempre se hayan inmersos en un deseo incontrolable por conocer la realidad en profundidad.
No siempre su alta capacidad se ve reflejada en el ámbito académico por lo que deberemos ser cautos a la hora de tomar este factor como variable determinante. Suelen tener un expediente de nivel medio y en lo que realmente se diferencian es en su alta capacidad de ser autodidactas, pero hasta niveles extremos ocupando gran parte de su tiempo en sus centro de interés.
El modo de trabajar es muy similar puesto que utilizan un patrón en el que por ensayo y error van llegando a conclusiones, al mismo tiempo que estudian el proceso para detectar los aspectos que deben modificar, incluir, valorar, etc. Es decir practican la meta-reflexión de un modo innato y automático.
La pasión y la vocación dirigen sus acciones. No se mueven por dinero ni por ambición. Se trata de algo mucho más íntimo y personal. Su motor es la recompensa intrínseca, el placer por desarrollar la actividad.
Pero ser un genio tiene un precio a pagar. Es frecuente que sean personas solitarias con un alto capacidad de sacrificio incluso que presenten conductas de carácter neurótico. Por lo tanto, la convivencia con ellos se convierte en un reto y se ha de estar dispuesto a afrontarlo. Son personalidades con características pronunciadas hacia ambos extremos. Es decir, al mismo tiempo que son tenaces, perseverantes, pueden ser obsesivos y compulsivos, lo cual es probable que no sea comprendido por las personas corrientes.
Otro aspecto que les lleva a destacar de entre la media es que canalizan su creatividad de tal manera que logran dar forma a sus ideas, estructurándolas y organizándolas. Su proceso de generación de ideas no difiere del de cualquier persona, lo que sí les diferencia es la ausencia de inhicibión latente. Son mucho más libres en sus pensamientos porque no capan su mente con filtros inútiles relacionados con el mundo exterior. Por tanto, no ponen barreras a las ideas, planteamientos o proyectos que se les ocurren y ésto es garantía, al menos, de originalidad. Por tanto, dar rienda suelta al pensamiento divergente siempre da frutos positivos, además de ser más divertido que andar encorsetado en lo que se considera «la forma normal y correcta de hacer las cosas».
En resumen, para que la genialidad se imponga, un conglomerado de factores tienen que aparecer simultáneamente. Así, el talento precisa de la práctica deliberada para que surja una productividad destacable.