Trastorno Dismórfico Corporal
El trastorno dismórfico corporal es la alteración de la percepción de la imagen del cuerpo, que no es aceptada por un sujeto y que se siente obligado a modificarla, sometiéndose a múltiples intervenciones quirúrgicas, muchas veces arriesgando la vida, para llegar a lograr un esquema corporal ideal según las expectativas del entorno o las modas o lo que se supone que es lo adecuado y necesario para agradar a los demás.
La crónica diaria pone en evidencia que no son pocos los que están dispuestos a arriesgarse para verse mejor y los que se atreven a recibir tratamientos cruentos poniendo en peligro sus vidas.
Recientemente una mujer de 42 años falleció como consecuencia de una operación que duró ocho horas.
Debido a la necesidad de la extirpación de dos nódulos que presentaba en una mama, aprovechó para que al mismo tiempo le realizaran una intervención correctiva en ambas y además dos liposucciones.
Lamentablemente su cuerpo no lo resistió falleciendo poco tiempo después como consecuencia de graves complicaciones orgánicas.
Un saldo luctuoso que se podía haber evitado si los médicos hubieran actuado con más responsabilidad y hubieran aconsejado lo mejor para su paciente, negándose a realizar una operación de esa envergadura; por cuyas consecuencias ahora deben enfrentan un juicio por homicidio culposo
Una película documental proyectada hace unos día por Canal Discovery, presentó el caso de una joven adolescente decidida a someterse a una difícil operación quirúrgica para lograr un aumento de dos centímetros y medio de longitud en ambas piernas, porque consideraba que sería más atractiva de esta forma.
Dicha operación se realizó con la autorización de su madre, quien consideraba que era razonable lo que deseaba su hija si era importante para elevar su autoestima.
Sin embargo, la no aceptación del esquema corporal no se relaciona solamente con el aspecto físico que una persona tiene sino que tiene un origen más profundo que no sólo se logra solucionar con una cirugía.
La prueba está en que una vez que obtienen el cambio que anhelan no se conforman y ponen su atención en otro aspecto, luego en otro y otro, sin poder nunca quedar satisfechos.
En Argentina, en los últimos años han trascendido varios casos de intervenciones quirúrgicas estéticas con resultados fatales.
No todos los que se someten a estos drásticos tratamientos saben que toda cirugía implica severos riesgos; el cuerpo recibe un alto nivel de estrés, disminuye su capacidad inmunológica, se expone a infecciones serias, hemorragias severas, complicaciones cardiovasculares e inclusive la posibilidad de no recuperarse de la anestesia.
Por otro lado, hay que tener en cuenta el alto costo que implican estas operaciones, el lucro cesante, el tiempo que exigen de rehabilitación y la eventual circunstancia de no lograr los objetivos propuestos.
La aceptación del esquema corporal es la base de la identidad, o sea el cuerpo con el que naturalmente todos nacemos, único e irrepetible; y que es precisamente esa unicidad la que una persona necesita para reconocerse a sí mismo y ser quien es.
Parecerse a otro es motivo de confusión y alienación, representa la alteración del desarrollo normal del sí mismo y de su autorrealización e imposibilita liberarse del conflicto.
La confusión es creer que una persona es atractiva si cumple los dictados de la moda, siendo fiel al concepto de belleza que rige en un determinado momento pero que puede varias en poco tiempo, priorizando la apariencia y no prestando atención a la esencia.
La belleza física así entendida, deja de lado las cualidades personales, el carácter, la educación, la sensibilidad y la afectividad; y no tiene en cuenta que cada persona representa un universo y que en eso radica su atracción y su misterio.