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La «terapia psicoanalítica»: actualidad y porvenir

Publicado por Betina Ganim

Lacan desde el principio se apoyó en Freud para transmitir lo que luego conocemos como su enseñanza. Una enseñanza que nos advierte de que el psicoanálisis -si bien tiene, y debe tener efectos terapéuticos- no se reduce a una psicoterapia, sino que implica algo más.

En 1953 (en lo que conocemos como “Discurso de Roma”) Lacan presenta un proyecto de estatuto en la Internacional Psicoanalítica (IPA) que se apoyaba en el programa diseñado por Freud en el Congreso de Budapest, en 1918.

Me interesa transmitir esto aquí porque es notable la actualidad que tiene este programa. Y nos da un claro panorama de la fundamentación ética y política del estatuto que proponía Lacan en aquel entonces (frente a la propuesta que en aquel entonces proponía Sacha Nacht). Es ahí donde comienza la enseñanza de Lacan propiamente dicha; donde expuso los principales elementos de su sistema de pensamiento, derivado de la lingüística estructural y de diversas influencias filosóficas y científicas, llegando a su elaboración de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje.

Pero volvamos a Freud para revisar el contexto particular que tuvo la convocatoria del V Congreso Internacional de Psicoanálisis de 1918, en Budapest, siendo que aún no terminaba la Primer Guerra Mundial cuando se dio lugar tal acontecimiento. Ese trabajo es casi el continuador de otro que Freud mismo había presentado en Nuremberg en 1910.

Ese trabajo es un programa que trata de una política de consolidación y expansión a lo que atañe al desarrollo de la terapia analítica. Esta estrategia adoptada por Freud en un contexto tan singular de la historia, se basaba en la coacción de tres factores: el progreso interno; el aumento de autoridad; y el efecto general de la labor psicoanalítica tal como se venía desarrollando en aquel tiempo.

Dos aspectos se discernían dentro de lo que Freud llamó este primer factor de “progreso interno”: el progreso epistemológico, lo relativo a la teoría psicoanalítica; y por otro lado, el progreso de la técnica, el desarrollo de la técnica psicoanalítica.

Respecto a este último punto, es lo que me interesa retomar aquí por la cuestión clínica y por lo tanto ética que encierra: el progreso de la técnica psicoanalítica.

En el programa presentado por Freud, este era un aspecto que se centraba básicamente en la atención sobre la investigación, en el reconocer y clasificar las resistencias. Y el reconocer la contra-transferencia y la necesidad de que el anlaista tenga su propio análisis.

Otro aspecto del programa se refería a las modificaciones técnicas que debía hacer el analista teniendo en cuenta la patología particular de que se trate.

Es de tener en cuenta que en ese Congreso estaban presentes autoridades del Gobierno, militares y público en general. Algo no muy usual, por cierto. Ese Congreso fue congregado alrededor de un tema que causaba: las llamadas Neurosis de Guerra, y fue cerrado por una conferencia de Freud, muy preparada, al punto de que la lee detenidamente ante el público –algo que Freud nunca hacía, nunca leía sus trabajos.

Esta ponencia de Freud es un excelente y combativo texto (plasmado en “Los caminos de la terapia psicoanalítica”) en el que diagrama de alguna manera la situación de la técnica psicoanalítica en aquel entonces, y desarrolla a la vez una clara estrategia para que sea factible crear una “nueva terapia” que pueda estar a la altura de otras patologías psíquicas además de las clásicas histerias, obsesiones y fobias (patologías a las que se aplicaba la técnica analítica hasta entonces) Una nueva terapéutica que abarque las clases populares, ya que hasta entonces solo las clases altas podían afrontar económicamente tal tratamiento. Que se inscriba en los sistemas de salud públicos que contemplen la salud y la asistencia social.

Una práctica que imprima el psicoanálisis en la sociedad, como otra respuesta al malestar en la cultura.

Podemos decir: toda una política social. La implantación social del psicoanálisis.

En la actualidad, el psicoanálisis, la clínica psicoanalítica enfrenta nuevos desafíos; pero está más que claro que para no desviarse tratándose de adaptarse a la vertiginosidad de los tiempos que corren, hay que mantener los fundamentos éticos que rigen esta práctica.