Teoría Psicoanalítica del Desarrollo Adolescente
Tanto la teoría biogenética de Stanley Hall como la teoría psicoanalítica consideran a la adolescencia un período filogenético.
Sigmund Freud (1856-1939) afirma, como Hall, que el individuo repite las experiencias del género humano en su desarrollo y que están genéticamente determinadas. Un ejemplo es el supuesto de Freud de que el complejo de Edipo sería un fenómeno universal.
Una característica biológica es la maduración de los genitales y los cambios corporales que están determinados genéticamente y que ponen fin al período de la latencia.
Con los cambios fisiológicos se manifiesta el instinto sexual y otros fenómenos propios de la adolescencia, que son para esta teoría, energías libidinales que buscan aliviar la tensión.
Freud considera que los cambios fisiológicos en esta etapa son los que producen cambios en la conducta, como la aparición de la agresividad y de la torpeza.
El individuo comienza a compararse con otras personas para formar su concepto de sí mismo y tener una imagen de su cuerpo; lo que evidencia que los cambios sociales también están somáticamente determinados; así como también en un principio la posibilidad transitoria de establecer relaciones homosexuales hasta lograr enfrentar al sexo opuesto.
Para Freud, esta es la etapa en que todos los instintos y tendencias sexuales se subordinan a la supremacía genital, con el objetivo de la reproducción.
A esta etapa del desarrollo psicosexual Freud la denomina etapa genita, la cual se manifiesta de tres formas distintas:
1) por la excitación de la zona genital
2) por la tensión interior que provoca la necesidad fisiológica sexual
3) por la excitación psicológica
El desarrollo adolescente, además de ser el momento del despertar de la sexualidad es también es una etapa de gran excitación nerviosa, de ansiedad, de fobia genital y de alteraciones de la personalidad, debido a la urgencia genital y a no saber qué hacer para remediarla.
La sexualidad del individuo pone en juego su seguridad y altera su conducta, haciendo más difícil su adaptación.
En esta etapa disminuye la resistencia a los síntomas histéricos y neuróticos y aumenta la excitabilidad, porque los cambios fisiológicos influyen principalmente, en el sistema nervioso. Por esta razón no es raro que un adolescente normal muestre síntomas psicopatológicos.
Para Freud, durante la pubescencia se manifiesta una segunda situación edípica, ya que el psicoanálisis sostiene la idea de que la vida sexual de un ser humano no comienza en la pubertad sino en la primera infancia y que la capacidad de amar puede estar determinada en las fases pregenitales del desarrollo psicosexual.
Freud parte del supuesto de que para la formación de la personalidad, los primeros cinco años de vida son los más importantes.
Durante la adolescencia, según esta teoría, el primer objeto serio de amor, para un varón, es probable que sea una mujer mayor que él y para una niña, un hombre maduro, o sea que ambos se sentirán atraídos por imágenes maternas y paternas.
Freud enfatiza la necesidad, en esta etapa, de favorecer las relaciones con el sexo opuesto, porque los fuertes lazos de amistad con individuos del mismo sexo puede provocar una inversión del objeto sexual.
El fracaso en la elaboración del complejo de Edipo o sea la continuidad del apego a los progenitores como de su dominación, depende de la fortaleza del carácter que tenga el adolescente para liberarse de estas dependencias.
Para realizar este desprendimiento emocional, durante algún tiempo, manifestarán rechazo, resentimiento y hostilidad contra sus padres y otras formas de autoridad, que tendrán que ser tolerados para facilitar este proceso.
Según la teoría psicoanalítica, en la adolescencia la principal tarea es lograr la supremacía genital y la definitiva búsqueda no incestuosa del objeto amoroso.
Freud no niega la influencia de los factores ambientales en cuanto a la moralidad y las aspiraciones propias de cada cultura, que hace posible la instauración del Superyo o conciencia moral, luego de la elaboración del complejo de Edipo.
Fuente: “Teorías de la Adolescencia”; Rolf E. Muuss.