Niños con Problemas de Conducta-Algunas técnicas
Una madre preocupada me consulta por los problemas de conductas de su hijo de seis años.
En casa es grosero, prepotente y obstinado. Contradice a sus padres a quienes insulta, les grita y les pega. Fuera de casa es caprichoso, agresivo y demandante. En el colegio ha bajado sus calificaciones, está distraído y pretende estar siempre jugando.
Supongo que debe ser hijo único o tal vez el más chico. De todos modos esta condición no justifica semejante conducta.
A los seis años un niño ya ha aprendido a saber qué le espera cuando hace algo malo. Es probable que sus padres hayan perdido el control de la situación y él los domine con sus berrinches.
A los niños hay que educarlos desde la cuna, pero cuando esto no se hace por algún motivo, sea el que fuera, requerirá más adelante mayor firmeza para recuperar el control y demostrarle quienes son los que ponen las reglas en la casa que deberá aprender a respetar y cumplir.
Las personas mayores en una sociedad, debemos cumplir con las leyes para poder convivir. En el hogar es lo mismo. Se deberán poner las reglas que deberán ser muy claras y precisas y las sanciones que se aplicarán si no se cumplen.
En primer lugar nadie debe gritar, principalmente los niños. Los padres también se tendrán que abstener de hablar a los gritos cuando pierden la paciencia.
En segundo lugar no podrá decir groserías y tendrá buen modo para hablar y los padres deberán hacer lo mismo.
No recibirá ningún regalo o gratificación que no haya merecido y sólo se harán obsequios para los cumpleaños, y para Navidad.
En la calle no deberá pedir nada porque no se le comprará nada, porque desde ahora no recibirá nada sin motivo que lo justifique.
No habrá insultos en la casa de ninguna clase y menos castigos físicos.
Cuando el niño esté en casa tendrá un tiempo para hacer la tarea, leer, o dibujar y otro tiempo para jugar.
El buen comportamiento será gratificado con cosas pequeñas, besos, abrazos, o permisos para ver televisión, u otra cosa que le guste y si no cumple las reglas habrá una sanción que se deberá cumplir con mucha firmeza.
Una gratificación puede ser un puntaje que se le adjudicará cuando haga lo correcto, de manera que al llegar a una determinada cifra pueda ser recompensado con algún premio o permiso.
La sanción no debe ser demasiado severa de manera que se pueda cumplir, como por ejemplo, permanecer sentado sin hablar hasta que se lo permitan y luego pedir disculpas.
Estas reglas deberán estar escritas y a la vista, lo mismo que las sanciones, para que no haya ninguna duda.
Frente a la primera trasgresión se le advertirá primero, diciéndole que no se le permitirá volver a hacer lo que hizo porque recibirá la sanción correspondiente. De manera que si lo vuelve a hacer hay que aplicársela de inmediato sin más vueltas.
Si llora y patalea los padres no deberán involucrarse con él en una pelea sino que tratarán de que se cumpla la sanción, sin gritos y volviéndolo a sentar si se levanta.
Perder la paciencia es perder una batalla que ganará él, perdiendo también todos los resultados obtenidos hasta ese momento.
Los padres deben formar un equipo y estar de acuerdo. Si se apoyan mutuamente el niño no podrá enfrentarlos a los dos y tendrá que aceptar lo que se le indique.
Esto es esencial, porque si el padre dice una cosa y la madre otra el niño aprovecha la división de opiniones para ganar.
Si los padres no se deciden a actuar ahora, cuando su hijo llegue a la adolescencia se atreverá a hacer aún cosas peores porque nunca ha tenido límites.
A los niños no hay que tenerles lástima por ser severo, hay que amarlos y la mejor demostración del amor de un padre es ocuparse de ellos poniéndoles límites y gratificándolos cuando hacen lo correcto.
Si los padres abandonan el rol los niños se dan cuenta y se toman las atribuciones que no les corresponden.
Recuperar el rol y el control de los niños es una tarea ineludible y absolutamente necesaria para evitar males mayores.