Angustia y mascarada
Si tomamos el deseo del Otro a nivel de la angustia, en una mujer, la cuestión de ¿qué me quiere el Otro? -esa fórmula «famosa» de Lacan para hablar de la angustia- está ubicada como la confrontación con el deseo masculino, con el deseo de un hombre.
Así que el hombre – hagámonos esta figura – el hombre encarna el deseo del Otro para ella: ¿qué me quiere? Hay un primer tiempo en el que no encontramos la respuesta fálica, y en ese tiempo encontraríamos la angustia. Ponemos entonces aquí el deseo del Otro, lo podemos simbolizar así, bajo la forma de ¿che vuoi?, esa pregunta que toma como objeto.
Ahí tenemos un primer tiempo, podemos decir, no hay respuesta del Otro, y surge la angustia.
1° tiempo: d(A) ¿che vuoi? … Angustia.
En un segundo tiempo, digamos tenemos el primer tiempo del deseo del Otro, y una respuesta, la respuesta edípica fálica. Si ubicamos el deseo del Otro como la confrontación con el deseo de un hombre, ya es instalarse (a nivel de ella)de ser el falo. Aquí tenemos todas las mascaradas y las formas que hay inventadas culturalmente para responder a ese deseo.
2° tiempo: d(A) … mascarada.
Con Lacan, podemos pensar esto hasta a nivel de la industria, ya que esto tiene mucha relación con la economía; es decir, hay toda una economía gigantesca que vive de decirle a las mujeres cómo responder a la confrontación con el deseo del hombre. A saber, toda la industria de la mascarada, la fabricación cultural de la mascarada
Ahora entró la ciencia de cabo a rabo: producir y producir técnicas y tratamientos. Porque hasta los ‘70 podemos decir que la cuestión era la moda, 850 mil revistas de moda, de cómo hay que presentarse ante ellos esta temporada.
Hoy en día podemos decir que hay todo un desarrollo, una hipertrofia a ese nivel, de la industria de la mascarada. Y cada vez con un más fuerte compromiso de la ciencia en ese punto, de la medicina, de la industria de los alimentos y de todo tipo de industrias que van a ese punto, como la coméstica y la cirujía estética.
Así que Lacan destaca el tema económico en esta cuestión, como un tema producido por esa angustia; sería la parte económica de cómo responder a la angustia.
Es la cuestión de lo que tiene valor fálico, y es así que nos deslizamos rápidamente al terreno de la economía, de lo que tiene valor en un mercado. Luego, la mascarada se independiza completamente del modo en que responde una mujer, sino que esto empieza a tomar una lógica en el mercado. Tenemos aquí todos los líos de las adolescentes que se quieren comprar «ese» pantalón. ¿Pero no es lo mismo este que otro? pregunta el padre. No! -responde el adolescente- ese es el que se lleva, ese es el pantalón que hay que ponerse, porque sino… ¿qué pasa ahí?
Hay una angustia de cómo responder… es todo un tema, porque por ejemplo, dice ella: «Él me tocó el timbre y yo estaba en chándal! Su amigo: «Pero qué más da, él no ve eso, le da lo mismo, él no ve nada!» Pero para ella es una cuestión de que vuelve a este primer tiempo del que les hablé más arriba, al tiempo de estar en relación con el deseo del Otro. Porque si el Otro no te importa, no importa, da lo mismo, pero tener una relación de deseo con el deseo del Otro y no tener con qué responder a ese deseo, con qué fantasma, con qué vestimenta, con qué mascarada… se angustia.
Es ahí la mascarada como aquello que va a responder a esa angustia de qué me quiere el Otro.
Es solo un ejemplo de la vida cotidiana con el que podemos entender este esquema d ela angustia que nos presenta Lacan, y cómo el mercado, la economía, está inserta.