Clínica de la obsesión
El post pasado les introduje la cuestión del deseo del obsesivo, tal como Lacan lo plantea en su texto «La dirección de la cura y los principios de su poder».
Ampliando, se trata de un paciente de edad madura, curtido por los desengaños -podemos decir- que tiene un síntoma: impotencia sexual.
En un momento avanzado del análisis, este paciente increpa a Lacan diciéndole que cómo podía ser que tuviera ese síntoma, que en todo caso sería culpa de Lacan como su analista que esto le sucediera…tanto tiempo de análisis y resulta que ahora no puede concretar una relación sexual con su amante…
El paciente había decidido, a partir de algunas lecturas que había hecho y por comentarios respecto del tema, proponerle a su amante que se acueste con otro hombre, a ver qué pasaba. Es decir, que meta un tercero en la pareja -parece que se comentaba que esto tenía éxito para este problema.
La cuestión es que ésto no es que surge de la nada, sino que en el análisis mismo del paciente estaban estas cuestiones del deseo rondando en forma de postulados inconscientes en la pareja: la inclusión de un tercero. Estos postulados inconscientes que mantienen el paciente y su amante hacen referencia a «puntos oscuros» que mantienen unida a esa pareja en particular.
Es por eso que la misma noche que el paciente le hace esa propuesta a su amante, ella tiene un sueño. Cuando se despierta, le cuenta este sueño al paciente: el sueño es que ella tiene un falo, siente su forma bajo su ropa, pero eso no la priva de tener también una vagina, ni tampoco le impide desear que ese falo se introduzca ahí.
Bueno, lo que ocurre es que el paciente tiene instantáneamente una erección y ahí mismo tienen relaciones sexuales.
¿Qué interpreta Lacan aquí?
En principio, retomando el contexto, que ésto se presenta como una demanda del paciente, una demanda casi en un final de análisis (por medio de algunos trucos, muestra una demanda para que no aparezca deseo, su estrategia, esa relación al deseo que tiene el obsesivo, como vimos ya)
Lacan dice que no hay que intervenir a la manera de los postfreudianos, quienes se quedan en teorizaciones como la fijación a la etapa anal, haciendo referencia a una homosexualidad e interviniendo sobre ello.
Lacan dice que somos «ariscos» los lacanianos a quedarnos en ese registro, que se trata más bien de cómo se llega a eso.
Entonces no es que analizamos el sueño de su amante sino el efecto que su relato tuvo sobre nuestro paciente.
Esto nos muestra claramente que el deseo inconsciente es el deseo del Otro: el sueño está hecho para satisfacer el deseo del paciente más allá de su demanda; porque la amante no sueña con el tercero que él le pedía, ni tampoco se acuesta con otro, sueña que élla tiene el falo. No responde a la demanda de él, sino que responde un sueño, un deseo.
Ese sueño fue ya una interpretación digamos. Ahí la amante, al contarle el sueño le interpreta su deseo.
FUENTE: Lacan, J. «La dirección de la cura y los principios de su poder» Escritos 2